Las relaciones en el seno del Govern de la Generalitat no son buenas. Los consejeros hacen la guerra por su cuenta y los de Esquerra y los de Junts per Catalunya mantienen estrategias opuestas. Esas diferencias se evidenciaron en la inauguración del Festival Cruïlla, en la explanada de Montjuïc, frente al Palau Sant Jordi, con el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el consejero de Territori, Damià Calvet. Los dos decidieron ignorarse mutuamente.
Se trataba de una disposición en círculo, con mesas dispuestas una al lado de otra, con prevención, pero con posibilidad de comunicarse y comentar, como mínimo, la recuperación de un festival de música que se creía perdido, tras la pandemia del Covid-19. Aragonès y su esposa en una mesa, y Calvet y su mujer en la otra. Y por espacio de dos horas ni se miraron a los ojos, según los presentes, que vigilaban con atención para comprobar la temperatura del Govern de Torra. También asistieron la consejera de Cultura Mariàngela Vilallonga, que lleva unos días complicados, y el teniente de alcalde de Barcelona, Joan Subirats.
Las conversaciones del Cruïlla
La inauguración constituyó un éxito, con la actuación central de Roger Mas. El festival, bautizado como XXS, que tendrá un formato para unas 400 personas, se celeberá durante todo el mes de julio, en diferentes escenarios.
En la inauguración se celebró, también, un debate entre el director del festival, Jordi Herreruela y el investigador en innovación Genís Roca, que forma parte de los Cruïlla Talks, que se irán organizando durante las próximas semanas. El mensaje que se ofreció es que son los promotores independientes los que han organizado actos para recuperar, con formatos más pequeños, los actos culturales y musicales en el post-Covid.
Aragonès y Calvet, sin embargo, no debatieron nada. Prefirieron ignorarse, con la vista puesta ya en las elecciones al Parlament, previstas para otoño.