Todo el mundo tiene derecho a vacaciones. Los políticos también, pero sorprende que en plena verbena de Sant Joan, Ada Colau haya decidido irse y dejar como alcalde accidental al teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle. Sobre todo, con lo especial que será este año la festividad.
Es la primera gran aglomeración de personas en la ciudad tras la reclusión impuesta por la pandemia. Las playas estarán cerradas y los centros de ocio quedarán a medio gas. Será una verbena en la calle, con todo lo que representa, y ante semejante reto la alcaldesa prefiere pasar Sant Joan fuera de casa.
¿Falta de responsabilidad? ¿Escurrir el bulto? Quizás las dos preguntas tienen respuesta afirmativa. Responsabilidad, poca; escurrir el bulto, mucho. En el consistorio se ha tratado de relativizar la cuestión, pero el fondo de la cuestión es que Colau ha preferido marchar de Barcelona en un día muy delicado.
Batlle será el alcalde porque le toca en el turno. Al menos, parece que la primera edil nos deja en buenas manos.