Todo ha sido alegría en el Parlamento Europeo este lunes. Tanto, que Carles Puigdemont y Toni Comín han brindado por la libertad y los gintónics que se han tomado en un restaurante con un diputado italiano antes de acceder a la Eurocámara. Una acción que ha sido divulgada por la comitiva que se han llevado hasta Estrasburgo y que no ha gustado nada en ambientes independentistas, que se quejan de la superficialidad de su líder cuando “todavía hay presos políticos”. Incluso se le recuerda que su felicidad es debido a que se le ha aplicado “la doctrina Junqueras”.

 

 

El ambiente estaba enrarecido. De hecho, también ha acudido a la sesión parlamentaria en Francia el líder de PDeCAT, David Bonvehí, o de lo que queda de él. Cuentan que estaba enfadado por el trato de Puigdemont a su partido y que el saludo que se han dado ha brillado por su ausencia.

El hiperliderazgo de Puigdemont, casi mesiánico (Ramon Tremosa le ha comparado con el Papa y el Dalai Lama en TV3), enfada a muchos líderes de la postconvergencia. Cada día disimulan menos su malestar y la división que existe entre las diferentes familias de este ámbito político catalán.