El blog ultra Dolça Catalunya tiene vocación de señalar el camino verdadero a los demás, en una especie de sermón permanente que desde su púlpito anónimo emite con la misma displicencia de los antiguos capellanes del franquismo. No pudo con Crónica Global, que desde la independencia les plantó cara y les desenmascaró, pero no pueden dejar de pensar en nuestro medio digital.
Su fanatismo les lleva a disparar a diestro y siniestro el mismo insulto que los antiguos falangistas: nos acusan de obediencia socialista. Es obvio que la línea editorial de Crónica resulta más transversal que la que pueda representar cualquiera de los partidos constitucionalistas, pero ellos perseveran en su persecución a los socialistas. Más todavía desde que fueron desenmascarados de su anonimato y pudimos comprobar que detrás de la supuesta dedicación redentora y altruista a favor de una Cataluña plural y constitucional se enmascaraban negocios editoriales y de comunicación de algunos de sus integrantes, así como grupúsculos de agitación católica radicales y preconciliares. Fanáticos.
Sin ir más lejos, en este puente de la Constitución bastaba con dar un repaso a su blog y podían hallarse al menos tres referencias a su obsesión religiosa, de su intransigencia.
Nada que decir sobre su papel de hoja parroquial del nacionalismo español más casposo y trasnochado. Como cualquier otro blog están en su derecho de defender y sostener las mismas tesis que las sotanas dogmáticas, pero lo que les hace perder dignidad a los Soley, Elizalde, López, Barraycoa, Buxadé, Vives, etcétera es su capacidad innata para la mentira anónima. No sólo adoctrinan, sino que lo hacen con un falseamiento sistemático de los datos. Que si sus audiencias son espectaculares, que si nos superan y lideran el espacio mediático del constitucionalismo catalán… todas las lindezas que se puedan suponer y alguna más forman parte de esa inventiva que fue graciosa cuando se mofaba de las excentricidades del independentismo, pero que ya resulta tragicómica referida a sus preferencias exclusivas por Vox y quienes están por la intolerancia en lo político y en lo moral.
El único dato cierto sobre audiencias lo proporciona Comscore o las auditorías de OJD. El primero puede verse en el gráfico anterior y el segundo es imposible facilitarlo porque quienes hacen negocio con Dolça Cataluña han decidido no someterse a la auditoría de la Oficina de Justificación de la Difusión. Es más, de los lectores reconocidos por Comscore, 715.331 en octubre pasado (último dato hecho público por la empresa de medición), sólo 258.614 están en Cataluña. Pese a esa cifra tan reducida, los predicadores de esta hoja parroquial de la exaltación siguen empecinados en postularse como los verdaderos influyentes y critican que Crónica Global sea una empresa saneada, con una importante cifra de negocios, una plantilla creciente y una línea final de resultado positiva.
Mientras, algunos de sus integrantes, con negocios en el mundo de la comunicación y sin los apoyos que algunos políticos de la derecha más extrema les proporcionaron desde las instituciones, atraviesan momentos de dificultad en sus empresas privadas. Otros intentan desvincularse y utilizan, como cobertura legal tras las denuncias formuladas por este medio, a una ciudadana de una población del área metropolitana de Barcelona sin experiencia en medios y con una trayectoria profesional vinculada a la hostelería como autónoma. Es la testaferro del negocio que obtiene el blog a través de la publicidad programática que imprime en las visitas de los engañados dolços. Blanqueamiento legal que les ha permitido, por ejemplo, firmar con la empresa barcelonesa Marfeel para que dé soporte a su versión de movilidad y explote una parte del inventario publicitario del blog.
Siguen obsesionados, pero jamás con la verdad. Sólo con sus obcecaciones, filias y fobias; el dogma sectario. Luego se quejan del fuego amigo…