Las aguas del PDeCAT bajan turbulentas. Los sectores críticos con Carles Puigdemont se están uniendo para evitar la disolución del partido en Junts per Catalunya o en la Crida como pretende el ex presidente. De hecho, en estos días, las agrupaciones del PDeCAT se están pronunciando contra esta disolución y apuestan por mantener perfil propio y convertir el PDeCAT en Junts per Catalunya. La consulta impulsada por la dirección de David Bonvehí está imponiendo sus tesis en contra de la voluntad de Puigdemont, y se ha hecho con los derechos políticos y electorales de Junts per Catalunya.
Si Puigdemont no acepta esta situación “se verá obligado a romper él, no el PDeCAT”, aseguran dirigentes de la formación que auguran una ruptura en el Congreso, Senado y grupos municipales. En el mundo municipal, los contrarios a Puigdemont esperan un amplio seguimiento, en el Congreso Junts per Catalunya podría partirse en dos, y en el Parlament, al menos diez diputados podrían abandonar el grupo parlamentario.
Pese a ello, el problema más acuciante de los críticos es encontrar un liderazgo. Artur Mas se propone, pero también hombres como Miquel Buch o Damià Calvet, hasta hace poco a la sombra de Puigdemont, están rompiendo amarras con Waterloo y aspiran al liderazgo de la nueva formación. Hasta ahora los críticos del PDeCAT siempre han perdido sus pulsos con Puigdemont, ahora parece que va en serio su oposición porque temen que el PDeCAT pierda su razón de ser. “Nuestro papel es similar al del PNV, no somos un grupo de frikis”, aseguran en la formación postconvergente en clara alusión a los partidarios de Puigdemont.