Muertos sobre la mesa
Los chats independentistas están en ebullición. Tras los acuerdos con los socialistas, las críticas, abonadas desde la dirección de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), a ERC y Junts per Catalunya están subiendo decibelios por lo que consideran una “traición” a la independencia. La ANC clama por la unidad, pero una unidad que pasa por sus planteamientos más radicales que solo entienden la ruptura con el Estado, poniendo en evidencia la desorientación del mundo independentista que sólo aúna posturas en torno a la sentencia. En el resto de temas, desmadre total.
Este clima de agitación provoca que en las redes sociales del mundo independentista las propuestas más rocambolescas tengan pábulo. Un ejemplo es este mensaje que pone los pelos de punta. “La puta realidad, y cruda, es que hacen falta dos cosas para abrir una ventana de oportunidad a la independencia. 1.- Afectar a la economía de verdad. 2.- Poner muertos sobre la mesa. El pacifismo lirista da alas a la represión”.
El autor de este mensaje se ve obligado a puntualizar: “Esto no quiere decir que tengamos que matar a nadie, sino que hemos de estar dispuestos a asumir la violencia --terrorismo de Estado-- como hicimos el 1 de octubre”, y concluye que lo que toca es, “por tanto, más prisión, más exilio, más embargos, y cadáveres independentistas. Si no llegamos hasta aquí, la República catalana será un somiatruismo eterno”.
Esas son las conclusiones a que llega un nacionalista catalán tras leer un artículo de Carne Ross, un antiguo diplomático británico, que ahora defiende el anarquismo como arma para hacer frente a los estados y que, curiosamente, se ha especializado en el estudio y la defensa de los territorios que quieren convertirse en nuevos estados. El artículo, publicado originariamente en The Independent, responde a la pregunta planteada por independentistas catalanes sobre el mejor camino para fundar una república propia. La respuesta es que no hay una receta concreta, sino que cada territorio ha elegido su propio camino.
El texto ha sido traducido por Agustí Colomines para el blog del grupo GRENPoc, que depende de la cátedra Josep Termes de la Universitat de Barcelona, dirigida por el propio Colomines.