Acoso a Esquerra
Los radicales del independentismo catalán, o sea el mundo que gira en torno a Carles Puigdemont, no solo acosan a los catalanes que respetan la ley y la Constitución, sino que han iniciado el acoso a los soberanistas que no coinciden exactamente con su estrategia. La caza de brujas desatada contra los diputados del PDeCAT y de ERC no partidarios de investir telemáticamente a expresidente huido a Bélgica ya desborda las redes sociales.
En la fotografía que acompaña estas líneas puede apreciarse la sede de ERC en Fort Pienc, en el Eixample barcelonés, con varias pintadas en el suelo de color amarillo. Una de ellas reza "Kagats" y en la otra "Botiflers". Insultos que tienen que ver con esas diferencias de criterio. Mientras una parte del independentismo lo fía todo a Puigdemont, otra prefiere no vulnerar la ley y mantener la estrategia del largo plazo. El político instalado en la localidad belga de Waterloo ha asegurado que si es investido volverá a territorio español para ser arrestado como presidente efectivo --ahora se proclama presidente legítimo-- entre centenares de observadores internacionales que le escoltarían en su viaje. Es el último mantra del independentismo más desnortado.