La familia debe permanecer unida. Eso debió pensar el exconseller Jordi Baiget cuando expresó sus dudas sobre el referéndum. Su mujer, Josefina Valls, lo hizo apenas unas semanas antes en la Consejería de Governació no formando parte de la mesa de contratación de la compra de las urnas, que por ende registró un sonoro fracaso. Al frente del departamento está Meritxell Borràs, la incombustible consejera de Governació que lleva toda la vida dedicada al partido. Inició su carrera en las Juventuts Nacionalistes de Catalunya y fue la oposición convergente en el baluarte socialista de L’Hospitalet, donde cosechó siempre unos paupérrimos resultados. Su mejor nota la obtuvo en 2011 con cuatro concejales.
Borras entró en el Govern cuando se acabó la federación con Unió Democràtica, y ahí sigue. Su gestión ha sido más que criticada desde el propio PDeCAT, pero nadie se atreve a cuestionarla a fondo. Quizá porque Jacint Borràs, su padre y fundador de Convergència, es el hombre que está al frente de la liquidación de CDC y que, todavía hoy, tiene la llave de la caja de la que tira Marta Pascal para hacer frente de las obligaciones del partido, porque las subvenciones todavía vienen a la vieja casa convergente. Los Borràs como los Baiget permanecen unidos, aunque unos con mejor suerte que los otros. Quizá porque los Borràs son de los Borràs de toda la vida.