El desánimo empieza a cundir entre los miembros del clan Pujol Ferrusola. Jordi Pujol Jr, el comisionista por excelencia, jamás pensó que acabaría en la cárcel y así lo solía decir a su entorno más cercano. “Nunca encontrarán nada”, repetía con su habitual altivez.
De hecho, está convencido de que si el juez lo ha enviado ahora a prisión no es por las pruebas de que pueda disponer contra él, sino como consecuencia de la creciente presión social y mediática, amén del hartazgo ciudadano con la interminable sucesión de casos de corrupción que estallan cada dos por tres.
Otro miembro de la “banda criminal”, Josep Pujol, el del oscuro pelotazo de Indra, está convencido de que tarde o temprano todos los miembros de la familia acabarán entre rejas. Así lo aseveraba el lunes a quien quisiera oírle, siempre en un tono que mezcla abatimiento, amargura y desesperanza.
Los Pujol Ferrusola lo fueron todo en Cataluña. Hoy son unos apestados de quienes todos abominan.