“Florentino, dimisión, Florentino, dimisión”, son los gritos con los que la afición asistente al Santiago Bernabéu despidió a su presidente, Florentino Pérez, tras la debacle vivida en la vuelta de los octavos de final de la Champions League.
El Real Madrid fue bailado, vapuleado, vilipendiado y humillado por el Ajax de Ámsterdam. Cuatro adjetivos que describen cuatro goles como soles, a cual más dramático, que significan la peor derrota en Champions de la historia del club blanco en su estadio.
Pero no es significativo que los de Santi Solari recibiesen la peor goleada en su estadio en la que es su competición fetiche. Lo significativo es que con la derrota frente al Ajax, el Madrid dice adiós a la temporada un 5 de marzo. Tres meses por delante tirados al retrete.
Tensión en el vestuario con Solari
Solari se la jugó. Decidió ir con todo frente al Barça, pero la jugada le salió fatal. Quiso asegurar el primer título, la Copa, y a punto estuvo de lograrlo. Pero se llevó endosados tres goles. Para compensar, quiso meterse en la lucha por la Liga con los mismos jugadores –salvo Lucas y Navas, que cedieron la plaza a Bale y Courtois–, y nuevamente los blaugranas doblegaron al Madrid. Y con los mismos de la Copa, desfondados y moralmente abatidos, se plantó a por la Champions.
Una foto de Santiago Solari y Gareth Bale en el Santiago Bernabéu / EFE
El entrenador argentino cometió el atrevimiento de apostar por jugadores jóvenes como Vinicius, Reguilón y Llorente, o por entregar la titularidad al teórico suplente Lucas Vázquez. Una osadía que supuso condenar a vacas sagradas como Marcelo, Isco, Bale o el prometedor Asensio. Y le ha salido cara. El triplete de Solari consiste en haber perdido los tres títulos en tres partidos.
La ejecución de Lopetegui
Pero la decisión de otorgar esa responsabilidad al técnico argentino fue de Florentino Pérez. El presidente decidió que era el momento de dar oportunidades a los jóvenes y que Solari era el mejor para llevar a cabo ese cometido porque los conocía de entrenar al filial.
Fue Florentino quien decidió fulminar a Lopetegui a los tres meses a pesar del orgasmo futbolístico que protagonizaron contra la Roma y de la carga moral que comportaba su ejecución como seleccionador español. El dirigente blanco no tuvo compasión.
Pero antes de tomar estas decisiones hubo otras todavía más controvertidas. El intervencionismo del presidente llevó a la situación límite que supuso el principio del final: las polémicas salidas en verano de Zidane y Cristiano Ronaldo.
Oscura salida de Zidane
La pésima gestión de Florentino está detrás de la marcha de los dos símbolos de las tres Champions consecutivas del Madrid. Y no solo se llevaron mal las relaciones con ambos, que propiciaron a la postre su adiós. También se llevó fatal su relevo.
Cristiano Ronaldo y Zinedine Zidane tras ganar la Champions League con el Real Madrid / EFE
La elección de Lopetegui fue una solución de urgencia tras recibir calabazas de media Europa. Entrenadores de primer nivel como Pochettino y Klopp que se negaron a trabajar a las órdenes de Florentino, conscientes de la factura que pasa a la larga el banquillo blanco.
Sin relevo para Cristiano
Peor fue todavía la búsqueda de un recambio para Cristiano. Simple y llanamente porque no la hubo. El 7 de CR terminó en la espalda de Mariano. El mejor goleador de todos los tiempos en el Madrid no fue sustituido y las cifras anotadoras han caído en picado este curso. En invierno también se buscó un recambio a Isco, Brahim Díaz, que pese a costar 17 millones no ha contado en ningún momento para el entrenador.
La más reciente y no por ello menos censurable decisión de Florentino consistió en despedir recientemente al entrenador del juvenil B, Álvaro Benito. Colaborador de muchas tertulias deportivas, Benito fue destituido por ofrecer opiniones críticas con el Real Madrid. El también músico tenía más razón que un santo, pero el presidente le ejecutó despiadadamente para ceder su puesto a Raúl González.
Todo esto, y mucho más que se viene arrastrando desde hace años, vuelve a colocar a Florentino Pérez en el disparadero. Cuando dimitió, en 2006, el equipo también había quedado eliminado de todo en marzo. Estos tres meses servirán a la afición para dictar sentencia.