El 5 de agosto de 2021 se apagó una luz. Muchos corazones dejaron de latir al ver que el conjunto azulgrana comunicaba en sus canales de difusión que “Leo Messi no seguirá ligado al FC Barcelona”. No parecía real. Para muchos, fue como perder a un familiar. Dicen que el fútbol es solo dar patadas a una bola de cuero, pero eso es una falta de respeto. Lo es, sobre todo, hacia aquellos artistas como el ocho veces ganador del Balón de Oro.
Tres días después del fatídico comunicado, con la herida todavía en carne viva, el astro argentino dio su rueda de prensa de despedida. Vestido con un traje azul marino y una mascarilla del mismo color, Lionel accedió al recinto. En la primera fila estaban expectantes Antonella, su mujer, acompañada de sus hijos, Thiago, Mateo y Ciro; al igual que la junta directiva, encabezada por Joan Laporta.
El adiós
Ocho segundos tardó en derramarse la primera de las muchas lágrimas que resbalarían por el rostro del rey del fútbol esa mañana. Sin embargo, una más, seguro, de las que lo hicieron en los días previos. Un hombre que tenía toda su vida ligada al Barça y a la ciudad. Desde el 2000 que, con 13 veranos, llegó acompañado de su padre, hasta haber formado una familia. 21 años con el mismo escudo en el pecho.
Leo Messi en 2005
Necesitó cerca de un minuto y medio antes de comenzar su discurso. Ante la mirada de sus compañeros, de la directiva y de su familia, Leo se derrumbó. Antonella, atenta, le dio un pañuelo que el rosarino utilizó para sonarse la nariz y secar sus lágrimas. Hizo de tripas corazón y consiguió comenzar un discurso que nunca debió haber ocurrido.
Leo Messi, durante la rueda de prensa de despedida con el FC Barcelona / EFE
El caos
Este viernes se cumplen cuatro años de esa rueda de prensa. El mundo se vino abajo para el barcelonismo. Después de años de dependencia deportiva de Leo Messi, tocaba despedirse de él de forma brusca. Encima, de cara a la siguiente campaña, la 2021/2022, el Fair Play de la Liga obligó a Laporta a devaluar notablemente la plantilla culé.
Antoine Griezmann, posando con una camiseta del Atlético con el logo de Whalefin / REDES
En noviembre de 2021, Xavi Hernández, después de adelantar parte de su cláusula de salida con el Al-Sadd, se convirtió en el entrenador del Barça. De su mano, el club volvió a competir. Fueron años duros, pero los aficionados culés recuperaron la ilusión. Incluso, se levantó una liga y una Supercopa de España. Su última campaña al frente del banquillo azulgrana no siguió con el proceso esperado. Sin embargo, el egarense sentó las bases de un equipo ganador, potenciado por canteranos por los que él había apostado.
Hansi Flick y Xavi Hernández, en un montaje durante la Champions League
La tirita
Xavi cimentó el rascacielos y Hansi Flick completó la obra maestra. El Barça ha conseguido levantarse de su crisis futbolística. Después de muchos años prácticamente en el dique seco, el germano ha llevado a los culés a celebrar un triplete nacional. Además, incluso se rozó una final de Champions League.
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El conjunto azulgrana puede estar orgulloso, pues los años aciagos han quedado atrás. Las humillaciones europeas, así como la frustración de ser impotente, no forman parte del presente. Lionel Messi, a pesar de todo lo que ha aportado al club, ya no es una necesidad, pues una nueva jerarquía lidera la plantilla barcelonista.
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Herida cerrada
El objetivo de cara a la temporada pasada es claro y pasa por ser todavía un elenco más fuerte. No obstante, es meritorio ver que, cuatro años después de la marcha del mejor futbolista de la historia, el Barça se ha levantado. Joan Laporta intentó su vuelta en dos ocasiones, pero nunca se dio. El rosarino sigue presente en el imaginario del barcelonismo, pero ya no de forma ansiosa, sino como un bello recuerdo.
Neymar y Messi, ambos con el pelo teñido de rubio, celebran un gol
La salida del rosarino fue muy traumática. El dolor en todas las partes afectadas era máximo. La situación era catastrófica. Sin embargo, esto ya ha pasado. Messi es feliz en Miami, rodeado de exculés. El Barça, encabezado por Lamine Yamal, se ilusiona con volver a dominar el mundo. Con mucho trabajo y paciencia, la herida se ha cerrado. Cuatro años después.
