Barça y Nápoles llevan vidas paralelas. Campeones de España e Italia la pasada temporada, su éxito fue efímero. El curso actual es una pesadilla para los dos clubes, que necesitan la Champions para darse una alegría. Barceloneses y napolitanos, muy identificados con sus equipos, también están unidos por Diego Armando Maradona.
Las vidas del Nápoles y el Barça se cruzaron en 1984, de forma inesperada. Diego Armando Maradona se hartó de Josep Lluís Núñez, expresidente azulgrana, y buscó una salida. La encontró en el sur de Italia. Corrado Ferlaino, entonces máximo dirigente del club napolitano, logró el fichaje imposible del crack argentino, el mejor jugador del mundo de los años 80.
Insultos a los napolitanos
Maradona cambió la suntuosa Barcelona por la populosa Nápoles y fue feliz, aunque siempre se quedó con las ganas de regresar a la Ciudad Condal. Su club pagó algo más de 1.000 millones de las antiguas pesetas, unos seis millones de euros, por el futbolista argentino, orgullo de los napolitanos en sus eternas luchas contra el norte. En muchos campos de fútbol, en Milán, Turín, Bérgamo, etcétera, el equipo era recibido con insultos y pancartas racistas.
El odio a Nápoles aumentó con Maradona, mucho más que un futbolista para los napolitanos. En 1987, el equipo azul ganó por primera vez la Serie A, con Maradona como gran estrella, como ídolo de toda una ciudad que por fin había ganado una batalla al poderoso y rico norte de Italia. Para Maradona, ese título fue "tan o más importante que el Mundial" que un año antes había ganado con la selección argentina.
Símbolo eterno
"No sabéis lo que os habéis perdido", escribieron los napolitanos en un cementerio de la ciudad. Tres años después, el Nápoles y Maradona se proclamaron campeones de Italia, pero el Diego, por entonces, ya era un jugador enganchado a la cocaína que solo era feliz en el campo. Con una pelota. Y su final fue muy convulso. Maradona siempre recordaba que lo recibieron 80.000 personas en el viejo San Paolo y se fue en solitario. Se fue de mala manera, pero como símbolo eterno de los napolitanos, quienes nunca renegaron de su ídolo.
Sin Maradona, la vida fue muy menos emocionante. Hasta 2023, el Nápoles no ganó otra vez la Serie A, ahora con Oshimen como gran referente y con Aurelio de Laurentiis, conocido productor cinematográfico, como presidente.
Cambios en Nápoles
El Nápoles y el Barça se proclamaron campeones de Italia y España la temporada pasada. En la actual, ambos clubes comparten penas. La caída del equipo del sur de Italia ha sido muy dura y su entrenador, Walter Mazzarri, acaba de ser sustituido por Francesco Calzona. La pasada temporada, Luciano Spalletti, un técnico de gran prestigio, fue el gran artífice del éxito azul.
La crisis del Barça trasciende la esfera meramente deportiva. El club azulgrana, el mismo que hace 40 años gozaba de buena salud económica, acumula ahora una deuda de 1.200 millones de euros que condicionan su política de fichajes. Más allá de los números rojos, el Barcelona tiene el límite salarial muy excedido y ahora ya no es uno de los grandes protagonistas de los mercados de verano e invierno.
Los precedentes
En el antiguo San Paolo, hoy Diego Armando Maradona, Nápoles y Barça volverán a enfrentarse en Europa. En las dos citas más recientes, los barcelonistas han salido victoriosos. Ahora, con más urgencias todavía, el equipo azulgrana busca una victoria de prestigio. Una derrota a los pies del Vesubio, en cambio, podría ser muy dolorosa y más de uno podría quemarse en el Barça.