La primera tarjeta roja de la nueva sección de Culemanía es para Robert Lewandowski. El delantero polaco está muy lejos de su mejor versión goleadora. Pero es que también está muy lejos de lo mínimo exigible a un delantero del Barça. Ni marca goles, ni apenas genera ocasiones, ni participa en el juego asociativo del equipo, ni presiona como es debido.
El ariete ha dado un paso atrás desde que llegó. Este curso tan solo suma nueve goles en 21 partidos, ha fallado ocasiones imperdonables y está dejando unas sensaciones mucho peores que sus pobres números. Un futbolista de su calibre, estrella mundial, pagado a 50 millones de euros --más comisiones-- con 33 años --ahora ya tiene 35-- no puede seguir jugando tan mal. Sus pobres actuaciones repercuten negativamente al equipo y su papel de estrella mediática condiciona demasiado al entrenador. Un Xavi que, falto de gol como está el equipo, no se atreve a sentarlo.
Si siguen así las cosas, el presidente Laporta hará lo posible por traspasarlo este verano. Su mejor destino parece Arabia Saudí, pero no será fácil colocarlo. El presidente tendrá que pedir favores a su amigo Pini Zahavi, agente del jugador.