Que Raphinha es alguien de sangre caliente ya ha quedado de sobras demostrado. Hace unos días, cuando Xavi Hernández le sustituyó en el minuto 82 contra el Manchester United, el brasileño abandonó el césped del Camp Nou visiblemente enfadado. Lanzando improperios, haciendo gestos desagradables y, en el banquillo, explotando definitivamente ante el asombro de unos compañeros que intentaban calmarle.
No dudó Raphinha en pegar una fuerte patada a la nevera en la que se guardan el agua y las bebidas isotónicas, dando después puñetazos a un asiento del banquillo. El caso es que, según se ha sabido en las últimas horas, esa patada a la nevera pudo ser fatal.
Las consecuencias del enfado
La rodilla de la pierna con la que la golpeó se le quedó muy dolorida, y por culpa de esa molestia no tuvo opciones de ser titular tres días después contra el Cádiz. Al final, en ese partido acabó jugando el cuarto de hora final en sustitución de Lewandowski.
Todo hacía pensar que Xavi le estaba reservando para el partido de Old Trafford, y que por ese motivo no había colocado al extremo brasileño de inicio. En parte sí fue así, puesto que tenía la voluntad de dar minutos a Ferran Torres y a Ansu Fati.
Raphinha aprende la lección
Sin embargo, también existía el motivo de las molestias en la rodilla por culpa de la patada desafortunada. Raphinha había quedado tocado tras su monumental enfado, y el karma hizo su efecto para dejarle claro que no puede volver a protagonizar ese tipo de reacciones.
El mismo jugador ya se mostró arrepentido en sus declaraciones posteriores, pidió disculpas a Xavi y pasó página. La prueba de alguien que ha aprendido la lección tras un arrebato pasional. A partir de ahora, si se enfada tras un cambio, ya sabe que no debe liarse a patadas y puñetazos con lo primero que se le ponga por delante. Por respetar la imagen del club, sobre todo. Y además, para evitar una posible lesión.