La afición del Barça acudió a la cita dispuesta a cumplir los deseos del entrenador. "Necesitamos una noche mágica", reclamó Xavi Hernández en la previa del choque. Y la gente no le falló. 92.302 espectadores acudieron un Camp Nou que renunció a 4.000 espectadores por el inicio de las obras. Un ambiente ensordecedor desde el primer minuto debió llevar en volandas a los jugadores. Pero a Xavi le fallaron dos futbolistas. Dos pesos pesados. Dos capitanes. Dos de las denominadas vacas sagradas. Los dos jugadores mejor pagados de la plantilla.
Gerard Piqué y Sergio Busquets no estuvieron a la altura de las exigencias y devolvieron al coliseo azulgrana esos fantasmas que tantas veces han sufrido en sus propias carnes cuando el equipo jugaba en Europa. Jugando en casa, y tras el gol inicial de Dembelé en el primer tiempo, el Barça se dejó remontar y los milaneses se pusieron por delante a raíz de dos errores de los capitanes.
Errores de cadete
El primero, de Piqué, rompiendo un fuera de juego que posibilitó el gol de Barella (50'). Tanto Éric García como Marcos Alonso estaba en línea, pero el de La Bonanova se confió y permitió que Barella pudiese marcar tras ganar la espalda a un Éric que confiaba en que Piqué mantendría la marca.
El segundo, de Busquets. El capitán del Barça, muy intermitente durante el partido, perdió algunos balones muy peligrosos. Uno de ellos, tras la presión del rival, posibilitó el contragolpe del Inter que terminó con gol de Lautaro Martínez (63'). Nuevamente Éric trató de frenarlo, pero no pudo con el delantero argentino.
Los pupilos de Xavi, siempre alentados por un público encomiable, no bajaron los brazos. Siguieron insistiendo. Y le dieron la vuelta. Al fin apareció Robert Lewandowski. El artillero polaco logró marcar con un lanzamiento desde la frontal del área, de rebote (82').
Lewandowski no fue suficiente
Pero una vez más, los azulgrana pecaron de infantiles y cometieron otra concesión al rival. Esta vez, una precipitación de Ousmane Dembelé, el extremo intocable de Xavi, que le costó una bronca de Pedri al francés, posibilitó una nueva contra que supo aprovechar el Inter para firmar el tercero a través de Gosens (89').
Los azulgranas tenían solamente seis minutos de añadido para solucionar el partido y volvieron con fuerza. Una vez más, acudía Robert Lewandowski al rescate. El crack polaco anotó, con un sublime testarazo dirigido a la escuadra, el empate a tres en el luminoso. Pero el Barça, a pesar del calor constante de una afición espectacular, no pudo hacer más (3-3).
El equipo catalán paga caros los errores. Especialmente los de Piqué y Busquets, que resucitaron aquellos fantasmas de Roma, Liverpool, Lisboa, Múnich... Con este empate, el Barça prácticamente se despide de la Champions por segundo año consecutivo. Un fracaso.