Derrota dolorsa en Múnich. Pedri pega la bronca a sus compañeros durante el partido --con razón-- y acaba exhausto tras perdonar la ocasión más clara del partido. Lewandowski no es capaz de meterla en su antigua casa tras cinco partidos consecutivos mojando. A Raphinha le queda grande el escenario y también perdona en dos ocasiones. Marcos Alonso se estrena con brillo como titular, pero comete un error que acaba saliendo muy caro. Dembelé recupera su versión más irregular a pesar de provocar un penalti no pitado. Xavi se marcha muy cabreado y con un "hemos merecido ganar" por bandera. Laporta espera a Lewandowski a la salida del Allianz y le dedica unas cuantas carantolas antes de montar al autobús.
No fueron las cosas como algunos optimistas auguraban en el regreso del Barça a la capital bávara. Tampoco fueron como esperaban otros, siempre pesimistas ante rivales de semejante enjundia. Ni ganó el Barça para romper la maldición del Allianz ni volvió a ser humillado por los muniqueses. Lo que está claro es que los pupilos de Xavi Hernández --su frustración por dejar escapar "una oportunidad de oro para ganar por primera vez aquí" le llevó a cuestionar la honestidad del árbitro-- se marchan de Múnich con una maleta cargada de deberes.
Preguntas de examen
Algunas de las preguntas que se deben hacer los jugadores son los siguientes: ¿Hemos mejorado la imagen con respecto a los últimos años en Europa? La respuesta es afirmativa. ¿Es eso suficiente para aspirar a ganar la Champions? Negativo. El equipo todavía necesita mejorar porque, pese a las enseñanzas del maestro Xavi, el resultado sigue siendo insuficiente.
¿Y dónde se debe mejorar ahora que, al menos, el Barça ha podido competir de tú a tú en todo un Allianz? Principalmente, en una cuestión: la mentalidad. El Barça ha competido. Y eso es un paso, porque en los últimos tiempos ni siquiera llegó a competir. Ahora, como dijo el profesor Xavi al término del encuentro, falta "competir mejor".
Falta consistencia
No puede ser que el Barça se zarandee cada vez que le pegan un duro golpe. Le meten el primer gol por un error y titubea, se desorienta, balbucea... y ¡zasca! Se lleva otro impacto en forma de gol y se queda fuera del partido. No es lo mismo remontar un gol, que tener que remontar dos. En los momentos de debilidad, el equipo debe sacar fuerzas de flaqueza y resistir las embestidas del rival. Hay que superar el miedo escénico y mantener el plan de partido pese a tener un marcador adverso. Esa es ahora la gran misión de Xavi.
Una lección que algunos alumnos aventajados, como Pedri, sí que la tienen aprendida. Por eso se mosqueó tanto el canario con sus compañeros. Porque sabe leer los momentos clave del partido. Y en unos minutos donde el equipo necesita dormir el juego a través del balón y mantener la calma, algunos de sus compañeros, como Araujo, Raphinha o Dembelé, incurrieron en la precipitación. Las prisas no son buenas consejeras. Y menos en un estadio llamado Allianz Arena cuando el Bayern de Múnich te lleva un gol de ventaja. Error para aprender. Deberes para Barcelona.