Xavi Hernández agitó al Barça. La baja por sanción de Sergio Busquets motivó que el técnico de Terrassa cambiara su sistema y confundiera a los futbolisas. La primera parte del equipo ante el Celta fue muy mala. Curiosamente, al descanso se llegó con ventaja azulgrana por 2-0. Ver para creer.
Xavi estaba obsesionado con tener superioridad en el centro del campo. Apostó por un doble pivote, con Frenkie y Gavi, y los laterales se metían por dentro. Arriba jugaba con cuatro delanteros.
Fútbol discontinuo
De Jong ayudaba a los centrales y Gavi se complementaba con Alves, mientras que Alba conectaba con Ferran en la banda izquierda. El resultado fue un fútbol discontinuo, sin ritmo, sin intensidad y con muchas pérdidas de balón.
Memphis y Aubameyang, con dos goles, disimularon las carencias del Barça ante un Celta que perdonó a Ter Stegen. Sus goles en la primera parte frenaron también los primeros pitos que se escucharon en el Camp Nou.
Riqui Puig entra en acción
En la segunda parte, Xavi volvió a los orígenes. Al modelo. A la idea. Riqui Puig entró en el campo y el Barça tuvo más orden y criterio. El equipo, no obstante, dio muchos síntomas de endeblez, sobre todo en defensa. Sufre mucho el Barça cuando el rival tiene la pelota.
Al Barça, ahora, le quedan dos partidos de Liga. En Getafe y contra el Villareal, en el Camp Nou. El equipo está a dos puntos de asegurarse la segunda posición, que se premia con la participación en la próxima Supercopa de España y ocho millones de euros.