Wijnaldum será en las próximas horas jugador del PSG. La situación del holandés ha dado un giro de 180 grados en pocos días. Su futuro apuntaba al Barça, y más tras la ratificación de Ronald Koeman. Estaba dispuesto incluso a rebajarse considerablemente su suedo para jugar junto a Leo Messi en el Camp Nou.
Sin embargo, pocos días antes de firmar su contrato y pasar la revisión médica, entró de mala manera el club parisino en las negociaciones. Conscientes de los problemas económicos de los catalanes, pusieron encima de la mesa al ex del Liverpool una oferta prácticamente irrechazable, en la que le triplicaban el sueldo. El Barcelona ni siquiera ofreció resistencia.
Wijnaldum en una imagen de archivo / Liverpool
Y lo mismo podría pasar con Donnarumma. El portero italiano fue ofrecido por Mino Raiola, su agente, al Barça, que está estudiando la operación ya que se trata de una evidente oportunidad de mercado. No obstante, de nuevo Al-Khelaifi no ha tardado en entrometerse, gracias a su dinero, en el mercado blaugrana. Dos batallas que se llevarán los franceses de una guerra que lleva años sobrevolando el fútbol europeo.
El caso Neymar
Es evidente que el caso más polémico entre ambas instituciones ha tenido a Neymar Junior en el punto de mira. El PSG se llevó el verano de 2017 al brasileño pagando su cláusula de rescisión de 222 millones de euros. Un verdadero golpe sobre la mesa, y más teniendo en cuenta que el Barça, durante los veranos pasados, intentó llevarse de París sin éxito jugadores como Verrati o Marquinhos.
Conscientes de que el carioca no estaba del todo cómodo en el Parque de los Príncipes, y de las exigencias de Messi para volver a jugar con su gran amigo, el Barça trató en varias ocasiones de conseguir el retorno de Ney, perdonándole sus denuncias al club. No obstante, finalmente fue imposible ante las reticencias de Al-Khelaifi a negociar su salida.
Neymar, tras firmar su renovación hasta 2025 | PSG
Este verano, llegó el momento culmen de la disputa entre los dos clubes, con el futuro de Messi en el aire. El presidente del PSG no ha dudado en hacer pública sus intenciones de conseguir la incorporación del argentino. Sin embargo, todo hace indicar que esta batalla sí la tiene más que perdida. Una de las pocas que ha ganado el Barça al PSG en los últimos años.
Relación de amor-odio
Pese a esta supuesta enemistad, hay que destacar que cuando Al-Khelaifi llegó a la presidencia del PSG, en otoño del 2011, el nexo entre ambos clubes era más que evidente. Barça y PSG estaban unidos por la estrategia paralela del estado de Qatar por situarse en el mapa del deporte mundial para ser una referencia.
En este sentido, más allá de los acuerdos para organizar el Mundial de Balonmano de 2015 y del inminente Mundial de Fútbol 2022; sus principales apuestas fueron con el club francés y catalán. Prácticamente al mismo tiempo, la Qatar Investment Authority, una empresa propiedad de la familia real de Qatar, compró el 70% del PSG; y el país se asoció con el Barça como patrocinador a través de la sociedad Qatar Sports Investments mediante los contactos de Sandro Rosell, que asumió la presidencia del club en 2010. Ello propició la llegada primero de Qatar Foundation en el pecho de la camiseta blaugrana, y dos años después, de Qatar Airways.
Bartomeu y Nasser Al-Khelaifi en un Barça-PSG / EFE
Una amistad de conveniencia que duró varios años, pero que se agrietó en 2015, cuando Manel Arroyo asumió la parcela de marketing del club tras la dimisión de Javier Faus como vicepresidente económico justo antes de las elecciones. Con la conquista del triplete, el exdirectivo vinculado a MotoGP rompió un acuerdo verbal con Qatar Airways para exigir más dinero. La cúpula catarí sintió traicionado su honor y mantuvo el patrocinio solamente un año más con las cifras anteriores, sin mejoría alguna. Al año siguiente salió Qatar Airways, entró Rakuten y se abrió la veda de un fuego cruzado que salió, y sigue saliendo muy caro al club blaugrana.