El buen ambiente que reina entre los futbolistas del Barcelona no se queda únicamente en el vestuario. La buena relación que existe entre todos ellos se traslada al terreno de juego y el pasado sábado frente al Alavés, los azulgranas dejaron una nueva muestra de ello.
Los de Valverde comenzaron el choque con el triunfo entre ceja y ceja para terminar el año con buen pie, y para intentar conseguir el liderato en solitario, compartido hasta la fecha con el Real Madrid.
El primer tanto de la tarde corrió a cargo de Antoine Griezmann, quien tras una larga racha de sequía, se ha vuelto a reencontrar con el gol, y de qué manera. Con el 1-0 en el electrónico, el Barça no las tenía todas consigo. El Alavés siempre ha sabido complicarle la vida a los culés, tal y como avisó Valverde en la rueda de prensa previa al encuentro.
Compañerismo en estado puro
Pero el Barcelona continuó con sus labores en busca de un segundo tanto que encarrilara el partido y a punto estuvo de conseguirlo por medio de Gerard Piqué. El central catalán estaba solo para rematar un balón que le llegó casi al borde de la línea de gol, pero éste lo dejó pasar con la intención de que Messi lo aprovechara para poner 2-0 en el marcador.
La solidaridad de Piqué terminó con una ocasión de gol desperdiciada, pero el central catalán tenía muy claro el por qué de su decisión. Si Messi marcaba contra el Alavés, el argentino sumaría 50 goles en un año natural, una gesta que Leo ya consiguió anteriormente.
La generosidad de Piqué hizo al Barça perder un gol cantado, pero eso no impidió que los de Valverde terminaran goleando a su rival, por un contundente 4-1. Además del resultado, poco después, Messi obtuvo el premio que tanto esperaba.
Tras el tanto de Arturo Vidal, quien con un golazo, amplió diferencias para los azulgranas, llegó el turno de Messi. Cabe destacar que el Alavés recortó distancias minutos después del gol del chileno, por lo que se vivió un momento de incertidumbre, cuando los vascos asediaron la portería de Ter Stegen.
Al fin llegó la recompensa
Una falta en el centro del campo entre Umtiti y Wakaso propició el tercer gol del Barcelona. El colegiado ordenó saque neutral y un Barça muy astuto se hizo con el balón para batir a Pacheco en tan sólo tres toques. Aleñá, Suárez y por último Messi, quien desde fuera del área anotó un golazo que hizo las delicias de la grada.
Así llegó el gol 50 del astro argentino y así se olvidó la ocasión desperdiciada por Gerard Piqué, quien tal vez pecó de excesiva generosidad. Su gran amistad con Leo le hizo ser demasiado bueno y con la intención de que el rosarino sumara cuanto antes otro récord para su cuenta personal, desembocó en una ocasión perdida. Pero sin nada más que lamentar.