Leo Messi es el mismo de antaño, o incluso mejor, gracias a la experiencia que le han dado los años y a la calidad innigualable que atesora. Llegó a La Masia con apenas 11 años y tras dos décadas en la capital catalana heredó de Andrés Iniesta el brazalete de capitán como máximo representante y exponente de los valores del club.
Un rol que tiene desde hace años en Argentina, pero que allí le ha costado duras críticas por falta de liderazgo, un carácter más bien tímido y un fútbol menos excelente que el que practica en Barcelona. Leo ha tenido tiempo y maestros de gran nivel. Carles Puyol, Xavi Hernández y Andrés Iniesta, los tres últimos grandes capitanes del Barça, de los que ha aprendido para hoy poder llevar la voz cantante en un vestuario lleno de grandes estrellas en las que predomina la cohesión y la ambición.
El bien del equipo
Es un discurso que siempre ha mantenido alejado de su ego. Prefiere los títulos colectivos a los individuales y Leo ha entendido que los primeros preceden a los segundos. Como primer capitán, el astro argentino ha mostrado por primera vez al mundo un carácter desconocido hasta la fecha. Conciliador, amistoso y calmado, mezclado con la exigencia, el carácter y la ambición necesaria de un jugador único que tiene la oportunidad de llenar las vitrinas del club que le ha dado todo. Y, simultáneamente, su palmarés particular, en que solo le queda la espinita de una Copa del Mundo. De momento.
Leo Messi alzó el puño en alto el día del trabajador / EFE
Siempre cuestionado por la ausencia de las virtudes de líderes como Puyol, Luis Enrique o incluso otras figuras de otros equipos como lo fueron Iker Casillas, Raúl, Totti, Del Piero, Steven Gerrard o en la actualidad Sergio Ramos --todos con un carácter ferreo y autoritario-- Leo ha sabido ejercer de capitán desde una vertiente conciliadora y pacifista. Sin gritos, ni subidas de tono.
Episodios pasados
Desde que se coronó como el mejor jugador del mundo, siempre se le ha asociado con episodios polémicos dentro del vestuario azulgrana y la selección argentina. Leo elige quien juega, a quien se ficha y a quien se convoca, y pese a que nunca se ha tenido prueba de ello, las informaciones llegaron a los medios de comunicación de fuentes muy cercanas al futbolista y al vestuario azulgrana.
Cierto o no, sus decisiones le valieron para llevar al Barça a lo más alto y ahora, como primer comandante de la nave, ha adoptado un tono distinto que ha explotado esta temporada para agrandar todavía más, si se puede, su leyenda. Exigente como ninguno con sus compañeros en el terreno de juego, Messi siempre ha dado la cara por los suyos y ha conseguido conciliar a un vestuario del que los clanes brasileños, franceses y españoles habrían puesto en jaque la convivencia.
Casos particulares
Leo también ha estado acertado en la gestión interna e individual de los más señalados y, sobre todo, de los recién llegados. Uno de los más criticados a principio de temporada fue Ousmane Dembelé. Anárquico por naturaleza, ni Messi ni el vestuario dieron la espalda a un jugador que ahora es una de las estrellas del equipo que cuenta con la total confianza del capitán.
Una foto de Leo Messi y Ousmané Dembelé / FCB
Quitó hierro al asunto y Dembelé ha irrumpido en el once inicial del que solo su última lesión le apartó. Una lesión que devolvió la oportunidad a Philippe Coutinho. El brasileño es ahora uno de los grandes amigos de Messi, junto a Luis Suárez, al que ha defendido a capa y espada y por el que, por primera vez, se atrevió a interlocutar con la grada.
Gesto de aplausos y posteriores declaraciones para abogar por la unión entre equipo y afición. Un episodio que cierra una temporada en la que le ha cedido penaltis, tiros libres y asistencias pese a tener disparo claro a gol. Gestos de capitán.
Una foto Leo Messi pidiendo aplausos a la grada / FCB
También ha sabido gestionar la llegada de Arturo Vidal. Un terremoto en potencia que, aconsejado por sus compañeros, ha sabido reconducir la delicada situación a la que se vio abocado a principios de temporada por sus suplencias. Un escenario difícil y que tampoco invitaba al optimismo. Chileno y argentino cuentan con un currículum de enfrentamientos internacionales extenso y favorable al 22 azulgrana que habría despertado recelos, algo que se suma a su falta de ADN azulgrana y un carácter rompedor.
Messi ha podido con sus rivales en la cancha y con los retos de un vestuario le ha facilitado la gestión por el bien común. Un engranaje perfecto entre jugadores, staff técnico --especialmente en sintonía con Ernesto Valverde-- y afición que pueden llevar a un nuevo triplete al Barça de Messi. Sus obligaciones ya no solo residen en marcar diferencias, sentar a rivales, marcar goles y asistir. Leo ha asumido con galones sus nuevos cometidos en los que solo vale ganar, ganar y ganar.