Leo Messi lo quiere todo. Es su primera temporada como primer capitán del Barça y no quiere que sus palabras a principio de temporada caigan en saco roto. Lo prometió y, hasta la fecha, ha cumplido. Máximo compromiso y rendimiento para acercar la Champions al Camp Nou y mantener la hegemonía en Liga y Copa.
Sus palabras emocionaron a una afición que sueña con el triplete, al que le quedan tres partidos para cumplirse --si se llega a la final del Wanda-- y que se han visto corroboradas por un lenguaje no corporal que denota una ambición si precedentes. Desde septiembre hasta mayo, Messi ha mantenido una exigencia personal y colectiva nunca vista antes, que se tradujo en su máxima expresión ante el Liverpool. El partido más importante de la temporada y en el que el Barça más ha sufrido.
Messi tiene muchas funciones que cumplir y las está llevando todas de maravilla. Mantiene con su fútbol su hegemonía por encima de todos, lidera un vestuario al que ha contagiado de ganas y es el ejemplo perfecto para la afición y el mundo de lo que es la deportividad y el respeto. Un jugador tan completo dentro como fuera de los terrenos de juego.
Uno para todos y todos para uno
El mensaje más sonado fue el que mandó a la grada en la celebración de su primer gol que posteriormente aclaró a pie de campo. No más silbidos para un compañero en un momento tan importante de la temporada. "Somos más fuertes todos juntos y esto lo vamos a conseguir juntos" espetó de forma rotunda intentando medir sus palabras. Messi quiere levantar la orejona en el cielo de Madrid y sabe que necesita a los 23 integrantes de la plantilla, al staff y a la afición de la mano para conseguirlo.
Una foto Leo Messi pidiendo el fin de los silbidos a la grada / FCB
Su gesto a la grada en defensa de Coutinho es un gesto de capitán y de líder, del que el carioca le estará eternamente agradecido, pero no fue el único. Se detuvo cuando pudo para recriminar con buenas palabras a la afición sus reacciones, pero tiene menos mano izquierda con sus compañeros cuando está a dos mil revoluciones.
Otra de las imágenes del partido fue su protesto a Arturo Vidal. Le cedió un balón medido para que el chileno finalizara, pero el estilo Barça y la casi obligación de ceder todos los balones al argentino mosqueó a Leo. "Acabala tú" gritó. Más tarde se volteó de nuevo para explicarle, con mejor rostro, que debía finalizar el la jugada visto el resultado.
Messi dirige y sabe que debe comandar, pero esta temporada está demostrando que de nuevo el bien colectivo va por encima de todo y que ello le lleva a un bien particular. No importa quien marque en partidos tan determinantes como ante el Liverpool.
Los reproches constructivos
Leo sabe que es el mejor del mundo, es evidente, pero la tensión nunca le puede. Dembelé falló el que hubiera supuesto el cuarto tanto azulgrana que él mismo le regaló, y su error dejó tumbado a un capitán que se vació en el verde y que por ese afán de llegar a la final acompañó al francés en el contraataque ya rozando el 95.
Una foto de Leo Messi y Ousmané Dembelé / FCB
No se le vio el rostro --tumbado en el suelo boca abajo-- pero se quedó tan sorprendido como el resto de barcelonistas. Se guardó el reproche a un joven talento que está llamado a marcar diferencias en el Barça, pero Messi ha sido de los primeros en exigir más a Dembelé. Al francés y al resto de compañeros cuando han tenido momentos de debilidad. También a Coutinho, siempre en privado, con un mensaje calmado de capitán que confía en sus compañeros.
También calmó con gestos desde la medular a sus compañeros en defensa durante las acometidas inglesas. Y esa sangre fría y ese liderazgo, tan cuestionado en sus años de juventud, acercan al Barça al sueño del triplete.