El partido contra el Olympique de Lyon (5-1) dejó al aficionado del Barça con un sabor de boca agridulce. En la primera parte el conjunto blaugrana pudo controlar en todo momento el ritmo del partido y encerró a los franceses en campo propio. Tampoco tuvo grandes dificultades para generar ocasiones y se llegó con dos goles a la mitad.
Individualmente todos estuvieron muy acertados. Luis Suárez estuvo decisivo en los últimos metros forzando un penalti y repartiendo una asistencia de gol a Coutinho. Gran fruto del éxito de la primera parte fue la presión intensa propuesta por Ernesto Valverde. La línea defensiva se fijaba en el centro del campo y los delanteros lyonnais no dispararon a portería.
La presencia de Arthur Melo se nota más de lo que se podía prever en verano. Tuvo un éxito del 98% de pases antes de dejar su sitio a Arturo Vidal. Supo mover al equipo, junto a Rakitic y a Sergio Busquets, y creó gran peligro con Cou y Jordi Alba en la banda izquierda del ataque.
Dudas después del descanso
Como era de esperar, los de Bruno Genésio dieron un paso adelante en la segunda parte. La defensa de cinco se convertía en una de cuatro y avanzaban sus líneas dejando grandes espacios a sus espaldas. Obtuvieron la recompensa en una jugada aislada de saque de esquina. En el minuto 58 Tousart ponía en alerta a los culés con un tanto.
Tousart (2-1) en la acción de su gol en el Camp Nou / EFE
No es la primera vez esta temporada que tras los primeros 45 minutos el equipo baja los brazos. Un momento de desconexión que contra grandes equipos -como puede darse en cuartos- puede salir muy caro. Este miércoles Depay y Moussa Dembelé tuvieron alguna acción peligrosa que difícilmente perdonen el Kun Agüero o Cristiano Ronaldo en un hipotético emparejamiento en cuartos.
Hasta que apareció Messi
Si en el primer tiempo los blaugranas presentaban la candidatura al título, generaban grandes dudas en la segunda parte. Entonces apareció el capitán y líder del equipo, Leo Messi. En dos minutos -del 78 al 80- marcó un gran gol superando a dos rivales y dio el tanto en bandeja a Gerard Piqué.
Leo Messi celebrando uno de sus goles al Olympique de Lyon / EFE
En los últimos minutos de encuentro cedió un buen balón a Ousmane Dembelé que ponía la manita en el marcador. Los temores y los fantasmas de Roma se disipaban con las acciones individuales del argentino que, un día más, fue decisivo.
Se volvió a ver el Barça de las dos caras. Pocas veces este curso el equipo ha mantenido el ritmo y la intensidad todo el encuentro. Siempre llega un momento con peligrosas desconexiones que pueden salir muy caras en los partidos que quedan de Champions League. Con la actuación de la primera parte, los catalanes lo tienen todo a favor para estar en Madrid en junio.