El caso Rabiot es motivo de regocijo para Josep Maria Bartomeu. El presidente del Barça sonríe para sus adentros con cada nueva información proveniente de París. Se imagina la impotencia de Nasser Al-Khelaïfi en su despacho y se regodea con deleite. Esta vez los petrodólares no le sirven de nada al club parisino. Rabiot no da su brazo a torcer. La estrategia de desgaste del Barça ha funcionado. Y Bartomeu ha culminado su vendetta.
Sin duda el caso Rabiot supone una pequeña victoria para el Barça. Una venganza tras el robo de Neymar. Sin embargo, la guerra con el PSG sigue abierta. En plena efervescencia. Las hostilidades no han hecho más que empezar. Si el Barça es ahora quien disfruta de su botín, los parisinos con capital catarí prometen volver a la carga. Es una cuestión de orgullo.
Lo cierto es que Bartomeu se arriesga mucho enfrentándose al todopoderoso PSG. Los parisinos no son un buen enemigo. En términos económicos cuentan con el apoyo financiero de Catar, lo que hace muy difícil poder competir con ellos. Son uno de los clubes más ricos del mundo y en cualquier momento pueden hacer saltar la banca si se lo proponen. Por eso no resulta conveniente estar en su punto de mira. El club de los petrodólares es rencoroso.
El origen del conflicto
La guerra entre Barça y PSG viene de lejos. Es una guerra fría que por momentos sufre episodios de máxima tensión. De verdadera alerta roja. Y entonces el conflicto se recrudece.
Todo comenzó con el interés de los azulgranas por Marquinhos y Verratti. El Barça fue durante años tras la pista de ambos jugadores, pero el PSG se negó en redondo a entablar negociaciones. No había nada que hablar. No estaban en venta. Aun así, el club culé insistió en seducir a los futbolistas. Y los parisinos se enfadaron.
El acecho del Barça terminó dramáticamente con la bomba de Neymar. El PSG también había fantaseado desde siempre con el crack brasileño, pero nadie daba un duro por su traspaso. Parecía imposible que saliera de Barcelona. Tanto por su cláusula de rescisión como por su excelente sintonía con sus compañeros y el club. Sin embargo, los petrodólares hicieron saltar la banca.
Una foto de Neymar Jr. con el PSG / EFE
El Barça todavía tiembla por la marcha de Neymar. Ahora cualquier suma de dinero se queda corta. Nada parece seguro. Se vive con el temor de que en cualquier momento aparezca una lluvia de dinero capaz de arramplar con cualquier estrella. El fantasma de la codicia se pasea por el Camp Nou. Nadie está a salvo del maligno.
La ofensiva del Barça
En este sentido, el Barça ha conseguido invertir las tornas. Ahora es el PSG quien vive con miedo. Temen que su único argumento, el económico, no sea suficiente para conseguir sus objetivos. Hasta ahora todo lo han conseguido a base de tirar de billetera. Pero con Rabiot no ha funcionado. El centrocampista francés se ha convertido en la excepción. La resistencia. Ni todo el oro del mundo habría servido para comprarlo. Él quería fichar por el Barça. Su determinación era firme. Y resistió estoicamente los susurros de don Dinero.
Lo que más preocupa en el club parisino es que Neymar podría seguir los pasos de Rabiot. El brasileño no está a gusto en Francia. Echa de menos Barcelona, a sus excompañeros, a Messi. Con el Barça se codeaba entre los mejores del mundo. En el PSG ha sufrido un bajón tremendo. Y Neymar quiere volver a ser feliz. Algo que los petrodólares no le pueden dar. Leo Messi, por su parte, sigue aireando que le gustaría volver a jugar con Neymar en el Barça.
Bartomeu ha asestado un duro golpe a Al-Khelaïfi. Conviene no bajar la guardia. Porque la respuesta de los cataríes asentados en París promete ser de órdago. El monstruo es más peligroso cuando está herido.