Josep María Bartomeu resiste en la Ciutat Esportiva con Xavi Vilajoana, Òscar Grau y Pau Vilanova / EFE

Josep María Bartomeu resiste en la Ciutat Esportiva con Xavi Vilajoana, Òscar Grau y Pau Vilanova / EFE

Palco

Órdago final a Bartomeu, el presidente más resistente de la historia del Barça

El mandamás azulgrana aguanta el chaparrón de 2020 con una decena de frentes abiertos y no piensa rendirse

18 septiembre, 2020 03:40

Josep María Bartomeu sigue siendo historia viva del barcelonismo. Pese al vendaval de frentes abiertos que mantiene, con el aluvión de críticas y detractores más grande que se recuerde desde Joan Gaspart, el actual presidente del FC Barcelona está decidido a resistir. Ya pueden pedir su dimisión las veces que haga falta. Si quieren que se vaya, tendrán que echarlo con todas las de la ley.

Los que cantan victoria tras lograr una gesta épica con la recolecta de firmas aprovechan para pedirle que dimita ahora y así poder ahorrarse el proceso regulado en los estatutos. Pero no será tan sencillo: se enfrentan al presidente más resistente de la historia del Barça. Este 2020 es posiblemente el año en que más escándalos, contratiempos y malas noticias ha tenido que soportar nunca un dirigente del club en un espacio de tiempo tan concreto. Algunos, generados por una gestión errática. Otros no.

En lo que va de año, Bartomeu acumula una extensa plaga de incendios que ha procurado apagar con más o menos éxito. Más que meses hemos consumido. 

Crónica de un ‘annus horribilis’  

El primero lo generó la secretaría técnica del club. La planificación del mercado de enero fue negligente, empezando por el despido precipitado de Valverde –seguramente si el Txingurri hubiese seguido no estaríamos ahora en este escenario–, los amagos negados de infidelidad con Xavi (y Koeman) y la deficitaria solución a las lesiones de Luis Suárez y Dembelé tras el traspaso, con polémica, de Carles Pérez

Quique Setién sustituye a Ernesto Valverde en el Barça / EFE

Quique Setién sustituye a Ernesto Valverde en el Barça / EFE

Quique Setién sustituye a Ernesto Valverde en el Barça / EFE

Llegó Braithwaite en febrero como apuesta personal de un Quique Setién que todavía mantenía el crédito pese a perder el liderato a las primeras de cambio y hasta parecía que podría reconducir sus tropiezos iniciales con una plantilla corta, mayor y cansada. Pero ese mismo mes estalló el Barçagate y los cimientos de la institución volvieron a temblar.

No fueron semanas fáciles. El equipo trataba de competir y, a pesar de perder con los rivales más fuertes, y de caer contra el Real Madrid en el clásico, el Barça recuperó la condición de líder en la tabla clasificatoria. Era marzo y no tardó en aparecer en nuestras vidas una pandemia mundial llamada coronavirus.

Coronavirus, salarios, dimisiones y a juicio

El mundo se paralizó. La gente se encerró. Y el mercado se desplomó. La covid-19 no solo afectaba a la salud. También empezó a pasar factura a la economía. Y Bartomeu tuvo que rescatar sus viejas tijeras de podar: recorte salarial en el Barça (como en todos los clubes de Europa) que costó un cabreo de los jugadores y desembocó en una dimisión de seis directivos del club en abril.   

Bartomeu y Òscar Grau piden una rebaja salarial al vestuario del Barça / FCB

Bartomeu y Òscar Grau piden una rebaja salarial al vestuario del Barça / FCB

Bartomeu y Grau visitando el entrenamiento del Barça / FC Barcelona

La gente no aguantaba más el encierro, los jugadores se morían por volver a jugar y daba la sensación de que el Barça iba a regresar en plena forma. Mayo fue, sin duda alguna, el mes más tranquilo para Bartomeu en lo que va de año. Y, aún así, no estuvo exento de polémica: la denuncia del Barçagate llegó al juzgado y Emili Rousaud exigió transparencia con la famosa auditoría de Price Waterhouse Coopers de la que nadie sabía nada.

Salió a la luz al mes siguiente. El mismo en que volvió la Liga y, pese a un arranque esperanzador, también volvieron las malas caras entre Messi, Setién y Sarabia. A las dudas deportivas se sumaron las prisas por salvar unas cuentas que depararon unos inevitables números rojos. A finales de junio, el club tiró de ingeniería contable para amortiguar el impacto y colocó a Arthur Melo (24 años) en la Juventus a cambio de Pjanic (30).

Adiós Liga, debacle Champions y bomba Messi

El incómodo final de Arthur fue el preludio del desolador desenlace de Liga. Una derrota contra el Osasuna hizo explotar a Leo Messi, que obvió quejarse de las calamitosas ayudas arbitrales al Real Madrid para criticar directamente a todos los estamentos del club. Su mensaje se interpretó como un palo a compañeros, cuerpo técnico y directiva. Todo ello ocurrió en el mes de julio, el mismo en que los Mossos d’Esquadra pusieron patas arriba el Camp Nou en busca de documentación presuntamente delictiva.

Leo Messi tras la derrota ante el Bayern / EFE

Leo Messi tras la derrota ante el Bayern / EFE

Leo Messi tras la derrota ante el Bayern / EFE

Si alguien pensaba que las cosas no podían ir a peor, tan solo tenía que esperar al mes siguiente para comprobarlo. Agosto jugó a despertar ilusión por la Champions pero la realidad era que, una semana antes, los jugadores estaban de fiesta en Ibiza. Ganaron al Nápoles arrastrándose por el campo y firmaron el ridículo más vergonzoso de la historia del club en Da Luz contra el Bayern. El 2-8 desató una crisis institucional de dimensiones siderales que comportó el despido de Setién, la dimisión de Abidal y tuvo su colofón cuando Leo Messi envió un burofax pidiendo su salida del Barça el 25 de agosto. Ello condujo a la presentación del voto de censura por parte de Jordi Farré al día siguiente.

Messi apretó para salir del Barça pero finalmente, y viendo que no podía hacerlo gratis, decidió permanecer en la entidad. Más difícil lo tiene su amigo Luis Suárez, obligado a estudiar italiano mientras presiona para que el club le pague la totalidad de su contrato. El nuevo técnico, Ronald Koeman, ya no sabe si decir que no lo quiere o que cuenta con él. Y entre polémicas y rumores de fichajes, este 17 de septiembre estalló la última bomba: los grupos opositores superaron las 16.520 firmas necesarias para tirar adelante con la moción.

La moción más multitudinaria contra el presidente más resistente

Bartomeu debe lidiar ahora con un Messi a disgusto, un mejor amigo de Messi que amenaza con quedarse tras ser invitado a irse de malas formas, un entrenador que se está comiendo todos los marrones, un exentrenador que amenaza con llevar el club a los tribunales en reclamación de su finiquito (y el de sus colegas) y un voto de censura que ha puesto la directa con el objetivo de echarlo del club en mínimo 30 y máximo 40 días hábiles.

Los miembros del colectivo que impulsan la moción de censura contra la junta de Bartomeu / REDES

Los miembros del colectivo que impulsan la moción de censura contra la junta de Bartomeu / REDES

Los impulsores de la moción de censura con las más de 20.000 firmas de apoyo 

Más de 20.000 socios se han movilizado para pedir su salida. Otros 90.000 no lo han hecho. Ahora, está por ver cuantos de los que se han quedado de forma pasiva en el sofá se levantan para mostrar apoyo a un presidente que avala las cuentas del club con su propio patrimonio y que tiene en su haber uno de los dos tripletes de la historia del Barça. Los resultados que le llevaron a ganar en 2015 le han abandonado, pero no pocos barcelonistas se preguntan si una moción es lo que ahora necesita la institución.

Con las elecciones convocadas el fin de semana del 20 y 21 de marzo y el precedente de Laporta en 2008, que en una situación muy similar aguantó el chaparrón que después propició el mejor Barça de la historia, hay que tener claro que todo es posible. Bartomeu se ha equivocado en ocasiones. Pero todavía ha resistido mucho más. Que nadie espere que tire la toalla.