Joan Laporta vive al día. Sin un plan. Encomendado a la improvisación. Con giros constantes de guion. Con muchas dudas. El miércoles, el presidente del Barça dio vida a un proyecto que estaba muerto el 27 de enero. Ese día, Xavi Hernández anunció que su ciclo como técnico acabaría el 30 de junio, en una decisión desesperada que evitó su despido tras la derrota en Montjuïc contra el Villarreal (3-5).
El máximo dirigente del Barça ha apostado por Xavi porque no ha encontrado una mejor solución. Y no la ha encontrado porque el club está hecho unos zorros. Con una deuda de 1.200 millones de euros y el límite salarial excedido. Las justificaciones públicas de Laporta no han convencido a nadie.
Sin relevo para Xavi
Laporta y Deco, su director deportivo, tuvieron tres meses para encontrar el relevo ideal de Xavi. Pep Guardiola, Luis Enrique y Mikel Arteta, los más deseados, tienen contrato con sus clubes hasta 2025. Jurgen Klopp se toma un año sabático. El presidente tampoco se atrevió con Roberto de Zerbi, del Brighton, y más recientemente descartó a Hansi Flick por miedo a que le salga rana. A Xavi ya lo conoce y más vale malo conocido que bueno por conocer...
Flick estaba loco por entrenar al Barça y contaba con el aval de Pini Zahavi, exsocio y amigo de Laporta. Pero su fuerte carácter jugó en contra del técnico alemán. Laporta, descolocado, tampoco se atrevió con Rafa Márquez y seguirá yendo de farol en su eterna partida de farol.
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