El FC Barcelona se está esforzando mucho en hacer honor al Més que un club que luce como eslógan. Un club de los socios, con marcado carácter polideportivo, que aboga por valores como la deportividad, el juego limpio, el respeto, la ética y la transparencia. En ocasiones resbala, pero los medios de comunicación se encargan de recordar el espíritu crítico que, históricamente, ha caracterizado al socio barcelonista --incluso al denominado tribuneru-- para alertar cuando los dirigentes se salen del camino marcado. En este mes de abril, el Barça ha dado ejemplo internacional --cosa que no suele ocurrir ni en el Real Madrid, ni en la mayoría de clubes europeos-- con la celebración de tres ruedas de prensa de importancia capital para el devenir del club. Sin embargo, ese afán de transparencia no ha resultado del todo efectivo. Una cosa es la puesta en escena; otra, el resultado.
La tercera de estas ruedas de prensa, celebrada el jueves 27 de abril, es, posiblemente, una de las más importantes en la historia del club. El Barça comparecía para hacer oficial el acuerdo de financiación que permitirá reformar un Camp Nou que, como dijeron ellos mismos al llegar en 2021, "se cae a trozos". Un crédito de 1.450 millones de euros que se puede devolver en un máximo de 30 años --el club ha firmado una carencia de hasta cinco años, aunque según desveló Eduard Romeu, la idea es empezar a pagar cuando se termine el estadio, en 2026-- y cuyo coste real para el club será de prácticamente el doble: 2.820 millones de euros.
RdP de la financiación del Espai Barça
Romeu, en su cargo de vicepresidente económico del club, Maribel Meléndez, directora corporativa, y Manel del Río, director financiero, se expusieron ante los medios para dar todas las explicaciones posibles y cumplieron. Si bien algunas cuestiones generaron cierta confusión, tuvieron las agallas de dar la cara y afirmar que "se trata de una operación excelente", que "no peligra el modelo de propiedad del club, que es de los socios", que "el crédito incluye el nuevo Palau" y que "es una operación que no entraña riesgos para el club porque la única garantía son los ingresos adicionales". Romeu, además, confesó la cifra final de los 2.820 millones, a pregunta de Culemanía, aunque reveló que esperan poder rebajar ese montante cuando las condiciones del mercado financiero mejoren.
Las principales dudas que se generaron fueron en relación al Palau Blaugrana, aprobado en el proyecto según el referéndum de 2021. Meléndez se encargó de aclarar que, aunque no está específicamernte detallado en el plan del crédito, está previsto con estos tres montantes: 200 millones de contingencias, 179 millones de intereses y 50 millones que todavía no se han pedido, ya que el crédito es de 1.450 millones en lugar de los 1.500 millones que autorizaron los socios.
Otro aspecto que ha provocado confusión es el tema de los ingresos adicionales, que el Barça tasa en 247 millones. El club estima que solamente se generan 100 millones de euros anuales por el estadio, que es la cifra que automáticamente se reservará la entidad como ingresos fijos cada temporada. Sin embargo, los siguientes 94 millones generados siempre irán dirigidos a pagar el crédito, a pesar de que actualmente el Barça --y esto es así, al menos, desde 2015 exceptuando el año más crítico de la pandemia-- suele generar unos 200 millones anuales de media. Es decir, el Barça hipotecará la mitad de lo que ingresa actualmente para pagar el crédito... y solo lo recuperará si es capaz de generar nuevos ingresos. Las previsiones son optimistas, ya que calculan unos ingresos totales mínimos de 347 millones con el estadio.
RdP del traslado a Montjuïc
Igual o, incluso, un poco más polémica fue la rueda de prensa del pasado martes 25 de abril, en que la vicepresidenta institucional Elena Fort expuso el plan de traslado al estadio de Montjuïc durante la próxima temporada. En este caso, el titular se quedó en la enorme subida de precios que propone el club a los socios abonados. La propuesta es que pasamos a un estadio más pequeño --casi la mitad de aforo--, más viejo, peor ubicado, menos accesible y con peor visibilidad que el Camp Nou y habrá que pagar prácticamente el doble por los denominados abonos de temporada. Esta situación también ha desatado duras críticas, sobre todo porque muchos socios, aficionados y periodistas se quejan de que el club no sea capaz de ir de cara para pedir un esfuerzo a los socios.
Gracias a esta estrategia de tarifas al alza, unida a la instalación de una Fan Zone, un village, y varios puestos de venta de comida y productos, el club prevé rebajar la caída de ingresos que comportará el traslado. Si bien, en un primer momento, el Barça cuantificó en 93 millones el dinero que se dejaría de ingresar con la mudanza al Estadi Olímpic Lluís Companys, ahora hablan de solo 55 millones. Ese ahorro de 38 millones se debe, en parte, a esta subida de precios y a al esperado retorno de Leo Messi, que será vital para asegurar las taquillas en Montjuïc. Una cuestión que el club tampoco explicó de forma clara y transparente, lo que suscitó las oportunas críticas.
Rdp del caso Negreira
La primera de las ruedas de prensa claves que se celebraron en abril es la única que protagonizó, íntegramente, el presidente Joan Laporta. El abogado dio la cara el pasado 17 de abril ante más de 70 periodistas para explicar los entresijos del caso Negreira, que tanta polémica y habladurías ha suscitado en los últimos meses por la supuesta influencia del club en los arbitrajes. Laporta fue claro y meridiano al negar que el Barça haya comprado árbitros o que alguna vez haya tratado de influir en los resultados. En este sentido, el presidente se mostró tajante y defendió a su club con uñas y dientes, cargando contra Tebas y contra el Real Madrid.
Sin embargo, sufrió mucho más para dar una explicación convincente sobre los motivos que llevaron a pagar un total de 7,3 millones de euros al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros durante 18 años. Cuatro presidentes distintos autorizaron estos pagos y los revocó Josep Maria Bartomeu en 2018, justo el año en que Negreira se desvinculó del CTA. Es un asunto que huele mal y, aunque no se pueda demostrar que el Barça influyó en los resultados --de hecho no hay pruebas en este sentido--, el club se expone a un delito de corrupción deportiva en los negocios y los dirigentes que gobernaban en los últimos 10 años se enfrentan, también, a posibles delitos de administración desleal y manipulación de documento mercantil. Por ahora, no queda claro quien hacía los informes ni por qué los hacía.