El circo romano fue, en tiempos del emperador Augusto, el mayor espectáculo de divertimento para el pueblo. El Circo Máximo, escenario que fue concebido antes que el emblemático Coliseo, era capaz de congregar a unas 200.000 personas para presenciar las carreras de carros, normalmente con cuadrigas de cuatro o dos caballos, y otro tipo de juegos públicos, representaciones teatrales, ejecuciones y luchas de gladiadores. Estas últimas, en sus diversas modalidades --luchas de hombres por equipos, individuales o cacerías de animales con toros, jabalíes y ciervos--, trascendieron como el espectáculo más aclamado por la plebe y condujeron a la construcción del Coliseo, en homenaje al emperador Nerón, y con un aforo de entre 55.000 y 65.000 espectadores. Una cifra ligermanere superior a la cabida que presenta el Estadi Olímpic Lluís Companys. En la antigua Roma, los mejores gladiadores eran el mayor pretexto para acudir a las gradas de circos y anfiteatros. Hoy, el opio del pueblo es el fútbol, y Leo Messi simboliza el mejor gladiador posible para llenar un estadio.
Joan Laporta, lo más parecido a un emperador que tiene el FC Barcelona, no es ajeno al fervor que despierta el astro argentino. El mejor jugador de todos los tiempos, leyenda en activo del Barça y de la historia del fútbol, se presenta como el mayor reclamo posible para llenar las mermadas arcas del club. En una situación cercana a la bancarrota desde la pandemia, con 1.200 millones de deuda, unas pérdidas ordinarias de 200 kilos y un traslado provisional a Montjuïc que ocasionará una caída de las ganancias estimada en otros 55 millones, el presidente azulgrana vislumbra en Messi la mayor solución a los problemas del club.
Los perjuicios del Olímpic en relación al Camp Nou
El Lluís Companys está muy lejos de emular la grandeza del Coliseo romano. El acceso a las instalaciones, viejas y desgastadas, es mucho peor que al Camp Nou, la ubicación está más alejada de la ciudad, la pista de atletismo que separa el césped de las gradas perjudica la vibilidad de los aficionados y, para colmo, el club apuesta por una política de precios prohibitivos que duplican el coste actual de los abonos de temporada que pagan los socios del Barça. Tal y como explicó la vicepresidenta institucional Elena Fort este martes en rueda de prensa, los precios del pase de temporada para asistir a Montjuïc oscilarán entre los 700 y los 1.738 euros anuales.
La tasación de lo que Fort definió como "un nuevo producto", intentando reivindicar que "en ningún caso se trata de un aumento de los abonos", es la solución perfecta que Laporta y su equipo económico de trabajo han encontrado para paliar la falta de ingresos que se atreve a negar Juli Guiu. Por un lado, estos precios ayudarán a compensar los inicialmente 93 millones de menos que se iban a facturar con el traslado a Montjuïc, que ahora quedarán en 55 millones. Del otro, deben servir para que no se note tanto el paso de un aforo de 98.000 personas --94.000 desde que se empezó el derribo de la tercera grada-- a los 49.000 que caben en Montjuïc.
El 'The Last Dance' para combatir el 'efecto Montjuïc'
Y la fórmula de la Coca-Cola que ha encontrado Laporta para evitar el drama no es otra que el regreso de Leo Messi. Cuando todos los elementos para llenar el Estadi Olímpic parecen estar en contra --distancia, accesibilidad, estado de las instalaciones, visibilidad y precios--, la solución pasa por traer al mejor de los gladiadores, al actual campéon del mundo, al próximo Balón de Oro y vigente The Best, al máximo goleador de la historia del club y mejor futbolista de todos los tiempos, al hombre que generaba 235 millones al Barça antes de la pandemia, para combatir, solamente con su presencia y simbolismo, un escenario altamente hostil para los socios y mucho más encaminado a potenciar el partido del Barça como atractivo turístico. El The Last Dance de Messi, como remedio al efecto Montjuïc.
Y la conclusión es que lo pagarán. Ahora los socios y aficionados se quejan. Los medios también han alzado la voz contra unas medidas impopulares y contra el incumplimiento de la populista promesa electoral de que no subirían los abonos. Sin embargo, si vuelve Messi, todos acabarán pagando el precio. El mensaje es claro: el que quiera volver a ver a Messi con la camiseta del Barça en directo, tendrá que pagarlo.
Quien quiera ver a Messi, que pague
Los socios tendrán la posibilidad de conseguir su pase de temporada dos veces más caro que en la actualidad. Los aficionados podrán adquirir entradas dentro de las 22.000 localidades que se ha reservado el club para no abonados, supuestamente, también más caras. Si Leo vuelve, la gente pagará. Si finalmente no llega, el Barça tendrá un problema para llenar Montjuïc con esas tarifas.