Que los red devils están en números rojos bien podría considerarse un epíteto. Se trata, no obstante, de una realidad que se prolonga desde los últimos tres años. Y más concretamente: desde la pandemia. El Manchester United cerró el balance económico de la temporada 2021-2022 con unas pérdidas de 132,1 millones de euros, lo cual representa un aumento del 25,3% del resultado negativo frente a la campaña anterior. En ese anterior cómputo, el de 2021, protagonizó una caída de 107,8 millones de euros, mientras que el ejercicio anterior tampoco fue bueno para el gigante de la Premier League: 25,4 millones de euros negativos.
En total, 265,3 millones en pérdidas acumuladas durante un trienio. La prueba irrefutable de que el Manchester United sufre un paralelismo de crudeza económica con el Barça, si bien es cierto que la situación financiera del club azulgrana es aún más deprimente. Llama la atención que, a pesar del periodo turbulento del club inglés, haya logrado incrementar los ingresos un 18% en el último balance, hasta los 667,2 millones de euros. Ese atisbo de recuperación económica deja claro que los diablos rojos siguen teniendo mucho tirón a nivel social y comercial, algo que no cambia para un histórico del fútbol mundial.
Un histórico sepultado por las pérdidas
De cara al ejercicio fiscal de esta temporada 2022-2023, la entidad de la que es propietaria la familia Glazer espera generar ingresos entre 663,5 millones y 686,4 millones de euros, a fin de seguir persiguiendo esa luz al final del túnel. Por otro lado, se espera que el ebitda sea de entre 114,4 millones y 125,8 millones de euros.
“Los resultados financieros de 2022 reflejan una recuperación de la pandemia, con un regreso completo de los fanáticos y nuevas asociaciones comerciales compensadas por una mayor inversión en el equipo de juego”, explicó meses atrás Cliff Batt, director financiero del Manchester United. “Nuestros resultados se han visto afectados negativamente por la ausencia de una gira de verano en julio de 2021, costes de servicios públicos excepcionales y mayores, y el impacto del debilitamiento de la libra esterlina en nuestros costes financieros no monetarios”, detalló.
El despilfarro del Manchester United
Pese a las pérdidas prolongadas en el tiempo, la apuesta del club británico no cambia: conseguir un equipo plenamente competitivo para luchar por todos los títulos y, de esta forma, fomentar la recuperación económica a largo plazo. Ese parece un argumento factible, pero siempre y cuando vaya ligado a una política deportiva con cara y ojos; orientada a un estilo de juego definido. Algo que no ha sucedido, si partimos de la base que el Manchester United ha gastado un aproximado de casi 1.600 millones de euros en 48 nuevos fichajes desde la temporada 2013-14, la última de Sir Alex Ferguson.
Nombres ilustres como Falcao, Memphis, Di María, Mata, Pogba, Martial, Ibrahimovic, Mkhitaryan, Bailly, Lukaku, Alexis Sánchez, Maguire, Bruno Fernandes, Van de Beek, Cavani, Sancho, Antony, Varane, Casemiro... La lista es interminable. Pero analizando sus características, uno se da cuenta de que se trata de perfiles muy distintos, unas piezas que difícilmente iban a encajar si se las combinaba, para colmo, con el baile de entrenadores que se ha dado en el conjunto red devil durante los últimos años.
Ten Hag disimula la crisis red devil
Desde que el timonel abandonó el barco --Ferguson, por supuesto--, éste ha navegado sin rumbo en el plano deportivo. Muy pocos fichajes han cuajado, la ilusión de los aficionados se ha ido diluyendo con el paso de los años y, justo esta temporada 2022-23, es cuando está resurgiendo desde la llegada al banquillo de Erik Ten Hag. El equipo sigue mostrándose irregular, a pesar de que con el holandés al mando está dando menos volantazos. A día de hoy se mantiene con opciones de conquistar la Premier League y las dos copas inglesas, sin tener en cuenta la eliminatoria de UEFA Europa League contra el Barça.
Todo ello, mientras sobrevuela el rumor de que Elon Musk podría comprar la propiedad del Manchester United. La familia Glazer ha puesto en venta al equipo por problemas económicos, según publicaron diferentes medios británicos en los últimos días. Y el dueño de Tesla y Twitter nunca ha escondido su pasión por los diablos rojos, el club de su infancia. Si finalmente accederá o no a la adquisición, ya es otra historia.