Los que se pelean, se desean. Esta manida frase de infancia que servía en los corrillos de niños para emparejar a presuntos polos opuestos cobra sentido desde hace unos años en el ostentoso negocio del fútbol español. FC Barcelona y Real Madrid, enemigos antagónicos por cuestiones históricas, eternos rivales en la lucha por la Liga, protagonistas insustituibles a nivel mundial con el clásico, se han convertido en lo más parecido que podría imaginarse a un matrimonio de conveniencia. Los intereses económicos han ido dejando de lado sus diferencias para hacer de ellos una especie de sociedad donde, si ambos están fuertes, ninguno de los dos pierde. Siempre ganan.
Ya en tiempos de Josep María Bartomeu como presidente del Barça se vivió un acercamiento importante entre ambos clubes con la creación del proyecto de Superliga Europea. Anteriormente, la negociación conjunta de los derechos teleisivos de la Liga fue uno de los primeros puentes de unión entre la rivalidad que representan el Madrid y el Barcelona. En los tiempos actuales tienen demasiados motivos para ir de la mano, lo que está provocando una peligrosa dependencia en la que Joan Laporta empieza a verse arrastrado por la opulencia de Florentino Pérez, enemigo declarado de la Liga, la RFEF, la UEFA y la FIFA.
Juntos y revueltos
El Barça ha decidido entrar al trapo contra todos los organismos, nacionales e internacionales, y seguir a pies juntillas las promesas del presidente del Real Madrid con trasfondo económico. Los centenares de millones de euros que aspiran a cobrar, cada uno, con la Superliga se han convertido en un motivo más que suficiente para oponerse frontalmente a la Liga de Tebas y cualquier decisión que contravenga la opinión de Florentino Pérez. El último episodio, a título de ejemplo, se vivía este miércoles en la asamblea de la Liga celebrada en Dubái, donde un mismo abogado, en representación de Madrid y Barça, votó exactamente lo mismo en nombre de ambos clubes.
Ambos clubes fueron los únicos en rechazar su asistencia a la asamblea de la Liga celebrada este 7 de diciembre en Dubái, en el marco de un viaje de inmersión en la región MENA y en el que participan el resto de clubes de Primera y Segunda División. Real Madrid y Barça han decidido intervenir de forma telemática en la asamblea, pero ambos lo han hecho delegando su voto en el mismo representante, Fernando Irurzun, el abogado que defiende los intereses de la Superliga.
En la asamblea de la patronal celebrada el 4 de agosto en la que se informó a los clubes del acuerdo con EA Sports, el nuevo title sponsor de la Liga, el Barca tampoco envió a ningún representante y, nuevamente, delegó el voto en el Real Madrid. La entidad blanca envió en su representación a los abogados de la Superliga, los mismos que realizaron la operación del Barcelona con Sixth Street.
Del mismo modo, el Barça se acabó oponiendo al acuerdo de los clubes con CVC y a formar parte del proyecto LaLiga Impulso, unos meses después de que lo hiciese el Real Madrid, club que impugnó dicho acuerdo en los tribunales de justicia españoles. Un hecho más que evidencia el peso del Real Madrid en las decisiones que toma el club catalán, sobre todo en su relación con la patronal del fútbol español.
Los favores de Florentino al Barça
El Barça lleva meses aprovechándose de los contactos de Florentino Pérez con grandes multinacionales norteamericanas. Key Capital, Legends o la propia Sixth Street son buen ejemplo de ello. Actualmente, ambos clubes cuentan idéntico asesor financiero (Key Capital) y con el mismo inversor (Sixth Street), con los que han cerrado sendas operaciones de inversión a alta escala.
Primero fue el Real Madrid quien firmó un acuerdo con Legends (propiedad de Sixth Street) para la cesión del 30% del negocio del nuevo Santiago Bernabéu a 20 años. Posteriormente, el Barça ha firmado un acuerdo con la misma firma (Legends) para la explotación del nuevo Camp Nou, cuya financiación todavía no está resuelta.
La relación del Real Madrid con Sixth Street fue, precisamente, la que facilitó que el Barca pudiese cerrar una operación con el citado inversor americano para la venta --con opción de compra obligatoria-- del 10% de sus derechos audiovisuales por 207,5 millones de euros (aunque, en el Barça, la cifran en 267,5 millones). Posteriormente, vendieron otro 15% a la misma compañía por otros 311,25 millones. Dicha operación con el socio americano del Real Madrid, fue la que salvó al Barça de una hecatombe económica esta temporada, al activar la más importante de las famosas palancas, que permitieron los fichajes de Robert Lewandowski, Jules Koundé o Raphinha.
En los círculos de la patronal del fútbol español creen que el Barca se siente en deuda con el Real Madrid. Máxime después de que también fuese el club banco uno de los responsables de votar a favor de la supresión de los avales en la Ley del Deporte, que ponía en serio riesgo el patrimonio de la junta directiva de Laporta al tomar las riendas del club. Desde la Liga creen que su forma de agradecerlo es con una lealtad ciega a las decisiones de Florentino.
La Superliga, una obsesión millonaria
Y, además de los favores varios que el Madrid le ha hecho al Barça, sigue pesando mucho esa promesa de llenarse los bolsillos con una Superliga Europea que está muy debilitada en Europa. Especialmente tras la dimisión en bloque de la directiva de la Juventus, el tercero de los clubes impulsores.
El Barca sigue apoyando sin fisuras el proyecto del que Florentino es el máximo impulsor, pese a la oposición del resto de clubes para los que supondría una pérdida de ingresos del 55%. Estaríamos ante una liga doméstica menos atractiva para el aficionado español, según el análisis de la Liga tras el informe pericial realizado por KPMG sobre el impacto económico negativo de la Superliga en la competición y los clubes españoles, con lo que bajaría la facturación de la mayoría.
Hay que recordar que se trata de una competición contra la que se ha posicionado ya el Consejo de Europa. Tampoco cuenta con el visto bueno del Parlamento Europeo, que ha defendido, con un 87% de los votos, el modelo abierto, democrático y basado en la meritocracia con el que opera hoy en día con éxito el fútbol europeo. Pero si Florentino decide que es la mejor solución global, el Barça también.