"Poderoso caballero es don dinero", esa es una de las frases más célebres del escritor español Francisco de Quevedo, que viene a representar que el dinero es la energía que mueve al mundo. Justamente eso es lo que ha cambiado radicalmente el fútbol en la última década. La presencia de los clubes-Estado supuso una transformación total en el balance de poderes de los históricos equipos europeos. En este sentido, el FC Barcelona y Real Madrid se han visto a merced de los millones que tienen estos conjuntos, los cuales reciben una financiación inalcanzable por parte de sus respectivos gobiernos. Dicha situación ha significado una complicación importante en la planificación deportiva de las entidades del fútbol español.
El dinero convence más que nunca
Es cierto que Barça y Madrid se han caracterizado en varios tramos de su historia en hacer inversiones significativas en el mercado de fichajes. Pero los clubes-Estado, como el PSG o Manchester City han llevado esa dinámica a una escala totalmente superior. Sus gastos a lo largo de los últimos años sonrojan a cualquiera, debido a su interés en formar equipos que permitan cumplir con ese gran objetivo: conquistar la Champions League.
Ganar el máximo torneo continental es lo que ha llevado a los mencionados conjuntos a realizar esfuerzos enormes para traer a los mejores jugadores, como ha sucedido en los recientes días con la renovación de Kylian Mbappé con el PSG o el sorprendente fichaje de Erling Haaland por el Manchester City. Las directivas de estas entidades son capaces de satisfacer las exigencias de estas jóvenes estrellas, lo cual ha complicado en exceso al Barça y Real Madrid en el mercado de fichajes, quienes se enfrentan a un rival dispuesto a ir muy lejos. Ahora el dinero convence más que nunca, incluso por encima del factor historia.
El PSG es, probablemente, la piedra que ha molestado más a los equipos españoles. En el caso del FC Barcelona hay que recordar que intentaron comprar del cuadro parisino a Marco Verrati y, en consecuencia, terminaron perdiendo a Neymar como respuesta del cuadro francés por fichar al centrocampista italiano. Mientras que el Real Madrid no pudo igualar las ofertas del club presidido por Nasser Al-Khelaifi en esa lucha por el fichaje de Mbappé. Los merengues podrían correr la misma suerte que el Barça, en caso que decidan sacar a algún jugador del elenco madrileño. La poderosa maquinaría económica que tienen a su disposición es lo que permite mantener ese dañino modelo de gestión, aunque en muchos casos representen pérdidas al final de cada temporada.
La permisividad de la UEFA
A lo largo de los últimos años, la UEFA ha presentado unas normativas relacionadas al Fair Play Financiero, con el objetivo de asegurar una competición más igualada entre los diferentes conjuntos del fútbol europeo. Sin embargo, esas reglas han quedado solo en la teoría. El organismo presidido por Aleksander Ceferin no ha sido contundente en este sentido, siendo más un espectador de los millones que han gastado el PSG o Manchester City en los mercados de fichajes.
Es importante recordar que a partir de 1 de junio empezará una nueva reglamentación de los límites financieros. La clave principal de esas reglas es que los clubes solo podrán utilizar el 90% de sus ingresos para los gastos de la plantilla (salarios de jugadores, pagos a agentes y amortizaciones por fichajes). Ese porcentaje será en la próxima temporada, pero irá disminuyendo en las dos siguientes (80% y 70%, que será definitivo). Si bien ese porcentaje podría limitar los gastos en plantilla del PSG o el Manchester City, la realidad es que la UEFA no ha asegurado que existirá un mecanismo para controlar los contratos de patrocinio que están vinculados con empresas propiedad o directamente con el Estado al que pertenecen, siendo Qatar el caso directo de la entidad parisina y Abu Dabi en el lado del club inglés.
La Superliga, la respuesta del Barça y Real Madrid
Ante la nula respuesta de la UEFA, el Barça y Madrid --junto a la Juventus—decidieron tomar la iniciativa de crear la Superliga Europea. El proyecto ha sido fuertemente criticado por los aficionados de los respectivos equipos, pero se ideó con la intención de frenar esa escalada de los clubes-Estado. Los ingresos de ese torneo significarían esa ventaja para igualar el poderío financiero de sus rivales en el fútbol del viejo continente.
No obstante, esa opción está cada vez más lejos de ser una realidad. Los fundadores todavía no desisten en su iniciativa, pero a nivel mediático no han conseguido calar entre las diferentes aficiones. De momento, el FC Barcelona y Real Madrid tendrán que esperar a que la UEFA si cumpla con lo prometido con el Fair Play Financiero, porque de lo contrario seguirán estado a merced de los clubes-Estado y su gran músculo económico.