Joan Laporta tiene un problema. De difícil solución. A cinco puntos del Real Madrid, tras perder el clásico, y con una plantilla muy mal parida, la temporada se le puede hacer muy larga al presidente del Barça.
El fin de semana ha sido muy intenso para Laporta. Con buenas y malas noticias. En la asamblea de compromisarios, los socios aprobaron la financiación del Espai Barça y la supresión del artículo 67 de los estatutos que obligaba a la junta directiva a dimitir si encadenaba dos ejercicios con pérdidas. Pero la cita terminó mal, de manera inesperada para el presidente, que perdió su particular pulso con la Confederación Mundial de Peñas. El sábado perdió una batallita y la compostura.
La reforma del Camp Nou
Laporta, que cifra en 1.350 millones la deuda del Barça, se agarra a un crédito de 1.500 millones de euros para reformar el Camp Nou y construir el nuevo Palau, convencido de que las nuevas instalaciones facilitarán el rescate económico del club con nuevos ingresos. Su Espai Barça costará 900 millones más que los presupuestados en 1016 por el ex presidente Josep Maria Bartomeu.
Deportivamente, el Barça tampoco andaba muy boyante. En verano, finiquitó a Messi y colocó a Griezmann en el Atlético de Madrid, para rebajar la masa salarial destinada al primer equipo. Y mantuvo a Koeman como técnico tras ningunearlo al acabar la pasada temporada.
Precedentes negativos
El presidente del Barça, sin sustituto de garantías para relevar a Koeman, reculó pero quedó muy expuesto ante los futbolistas y la afición del Barça, que desconfían de las recetas del técnico holandés. Las derrotas contra el Bayern, el Benfica y el Atlético de Madrid ya presagiaban que el clásico acabaría mal.
Imagen del palco del palco del Camp Nou, con Laporta entre Pere Aragonès y Florentino Pérez / EFE
El Real Madrid, muy pragmático, penalizó a un Barça voluntarioso pero ingenuo. Laporta, de momento, no moverá ficha, pero la situación se le complica si el equipo no reacciona inmediatamente. Este miércoles, en Vallecas, Koeman podría firmar su sentencia y el máximo dirigente se quedaría sin paraguas.
El despido de García Pimienta
Laporta necesita nuevos estímulos, pero él mismo dinamitó una posible alternativa cuando despidió a Xavier García Pimienta, el entrenador del Barça B que tan bien conoce a los jóvenes que han debutado en los últimos meses con el primer equipo.
El panorama actual de Laporta guarda ciertas similitudes con la primera temporada de Laporta como presiente del Barça. A principios de 2004, el equipo que entonces dirigía Frank Rijkaard estaba muy tocado, a 15 puntos del Real Madrid, que acabó la Liga por detrás. Entonces la solución fue Edgard Davids, un centrocampista holandés que equilibró el centro del campo.
El Barça actual tiene muchas más carencias y menos recursos económicos. La prometida recuperación deportiva del equipo todavía no se vislumbra. Desde que ganó las elecciones presidenciales, el pasado 7 de marzo, Laporta ha improvisado soluciones. Salvó por los pelos el tema de los avales, pero ahora no se sabe quién manda en la parcela deportiva. Entonces tenía a Txiki Begiristain como secretario técnico y a Johan Cruyff como asesor externo. Sus consejos eran sagrados. Sin él, Laporta parece perdido y teme que el malestar actual de los socios le pase factura a corto o medio plazo.