Lleva en Barcelona desde que llegó, con tan solo 13 años. Ha demostrado amor y fidelidad al club en incontables ocasiones. Con la camiseta azulgrana enfundada ha escrito las páginas más doradas de la historia del Barça. Pero su corazón está partido. Leo Messi ya no disfruta como antaño en el Camp Nou y tiene el gusanillo de probar una aventura en el extranjero antes de colgar las botas o de vivir el sueño americano. A día de hoy, el PSG tiene todos los boletos.
El París Saint Germain cuenta con la estructura deportiva, ejecutiva y, sobre todo, económica necesarias para hacer realidad el fichaje de Leo Messi. El genio de Rosario haría las maletas con la carta de libertad, como pretendía el verano pasado, y está en todo su derecho a romper el vínculo azulgrana temporalmente. No lo hicieron Puyol, Xavi o Iniesta, pero sí lo hizo Guardiola. Es legítimo querer probar suerte en otro lado y ambicionar unos títulos que de blaugrana se antojan imposibles en este momento. La Supercopa fue una evidencia más de ello.
Ni Laporta podrá convencerlo
Messi lleva fatal las derrotas. Competitivo a más no poder, el crack azulgrana es de mal perder y cuando eso ocurre saca su peor carácter, como demostró con los incómodos Dani García y Asier Villalibre. En el Barça se ha cansado de agachar tanto la cabeza en los últimos años y está convencido de que en otro destino la situación será distinta. Posiblemente, la salida de Messi del Camp Nou también ayude a reflotar un equipo y una hinchada que anhela nuevos líderes.
Toda esta reflexión no es sino el preludio de un adiós escrito. Por ello no es de extrañar que desde el club parisino ya ni se escondan. Joan Laporta u otro hipotético ganador de las elecciones a la presidencia del Barça intentarán evitarlo. Tratarán de retenerlo y convencerlo para que se quede. Pero la cabeza de Messi ya no está aquí. Las frustraciones acumuladas son demasiado grandes. Y la oferta que ha recibido de Qatar, demasiado tentadora.
La venganza de Qatar
Según ha podido saber Culemanía, las cifras de la operación son astronómicas. Y el PSG está reuniendo todos los ingredientes para hacer del fichaje de Messi una realidad palpable. Los parisinos se llevaron a Neymar y están a punto de llevarse al mejor jugador de la historia del Barça. Es la venganza catarí contra una junta directiva que ya no está, pero con la que se siguen ensañando por una cuestión muy solemne para ellos: el respeto.
La historia es de sobras conocida y no hace falta volver a explicarla ahora. Baste decir que los catarís se sintieron traicionados por el Barça en las negociaciones de renovación del patrocinio de Qatar Airways en 2015 y desde entonces la relación se fue a pique. Las negativas a los traspasos de jugadores como Marquinhos, Verratti o Rabiot y el fichaje de Neymar fueron sus mejores argumentos para plantar un pulso implacable que acaba con la seducción a Messi.
Neymar, Pochettino y… ¿Luis Suárez?
¿Y cómo lo van a seducir? Tienen cientos de argumentos. Mientras en el Barça abogan por rebajarle el salario, en París se lo mantendrán o, incluso, aumentarán. Mientras en el Barça ya es imposible que se reencuentre con sus amigos Neymar y Luis Suárez, la presencia del crack brasileño en el PSG es uno de los grandes alicientes de la operación. Lo de Suárez es pura utopía en estos momentos, pero tampoco habría que descartarlo: el charrúa firmó con el Atlético tan solo hasta 2022.
Luis Suárez, Neymar y Messi brillaron juntos en el Barça / EFE
Otro argumento demoledor a nivel deportivo es el fichaje de Pochettino. El entrenador que quería Messi para el Barça. El entrenador que Bartomeu llegó a defender en junta directiva aún a sabiendas de que la afición se le tiraría encima, solo para contentar a su estrella. No era viable que un espanyolista como él llegase al Camp Nou, a pesar de los buenos contactos con Ramon Planes, pero sí es muy factible que Messi se ponga a sus órdenes en París.
La jugada redonda de Florentino Pérez
En el PSG tienen, además, un problema con nombre y apellidos que se llama Kylian Mbappé. Es una operación redonda desde el punto de vista de Florentino Pérez, buen amigo de la dirección catarí del club parisino. El presidente del Real Madrid se lleva a Mbappé pagando un traspaso razonable antes de que acabe contrato y ese dinero sirve para pagar el salario de Messi. Florentino libera, además, masa salarial del PSG para poder encajar la ficha del que ha sido su peor pesadilla durante muchos años, la gran e imperecedera estrella del eterno rival: Leo Messi.
Encaja el proyecto deportivo. Encajan los números. Es una operación de ingeniería contable de verdad, y no la que hizo Sandro Rosell con Neymar. Pero es que, además, encaja la propuesta de vida: una ciudad que lo tiene todo --Antonella la prefiere mil veces a Manchester-- y un equipo cuya exigencia durante el año es muy inferior a la de la Liga. La competición francesa es mucho más dócil para un jugador como Messi, que puede lucirse y a la vez dosificarse para su gran objetivo: la Champions.
Y la joya de la corona: embajador de 'su' Mundial
Por último, la parte del trato que más seduce al crack del Barça es su potencial implicación en Qatar 2022. Ese es el gran evento para el que el país catarí lleva trabajando de forma incansable durante los últimos años. Es un reto mayúsculo para un país minúsculo que durante un mes estará en el centro de todo el planeta. Eso, en Qatar, es mucho más importante que 50 Champions del PSG.
Tener a Messi como embajador absoluto del acontecimiento junto a Neymar, con todas las facilidades para que se dosifique en el año del Mundial y llegue a tope a la cita con Argentina es la puntilla que rubrica el acuerdo perfecto que enamora por completo a las partes. Qatar se garantiza tener al mejor de todos los tiempos en plena forma para su gran Mundial y Messi se presenta con todos los cuidados y las mejores condiciones a la cita con el sueño casi obsesivo de levantar la Copa del Mundo. Y qué mejor que poder hacerlo en terreno amigo.