Xavi dispuso en su visita liguera al Betis un centro del campo articulado de nuevo con Busquets a las seis, Gavi a las nueve, Pedri a las doce y De Jong a todas horas en la esperanza de que su Barça se moviera al tic-tac del mismo reloj suizo que le dio las campanadas al Madrid en la Supercopa y los cuartos a la Real el otro día. Con el mismo portero, claro, una defensa súper fiable en su campo de visión y, en el vértice del ataque, un Lewandowski liberado de sus grilletes. Sin embargo, la lesión de Ousmane Dembélé en Girona obligó al técnico egarense a introducir una variante forzosa en un encuentro pintiparado para abrir brecha en la clasificación: la entrada de Raphinha en un extremo derecho que de vez en cuando reclama como suyo pero que con frecuencia le está vedado.
El 11 de Brasil comenzó en Sevilla el camino que lo transportará sin solución de continuidad a su verdadero destino. Y no deja de ser paradójico, porque el ya extinto mercato invernal, a menudo un primer boceto interesado del que llegará en verano, colocó su nombre de forma decidida entre los preferidos para dejar el club. En realidad, todos los extremos del Barça a excepción del redimido Ousmane están cuestionados, aunque Rapha lo tiene un poco peor que Ferran o Ansu porque ni acaba de vérsele como jugador de complemento ni es, como diría mi excompañera de redacción Julia del Mar, 'niño nuestro'. También es verdad que si uno mira las estrecheces salariales que impone la Liga, la edad de Lewa y la exigencia ineludible de volver a pasar de la fase de grupos en Champions, la salida de algún jugador importante de la plantilla con el llegar de la canícula parece más que probable incluso abrazando el más estricto pragmatismo.
Si, además, uno repasa las morteradas que pagan en Inglaterra por prácticamente cualquiera que gaste un empeine competente, no extraña que haya sobrevolado el entorno blaugrana durante este enero la idea de que Raphinha será titular... o no será. Y esas habichuelas se van a dirimir por todo lo alto en estos dos mesecitos que se va a pasar su rival de posición viendo de lejos esas caras angustiadas de los laterales contrarios que tanto glosa Xavi en la sala de prensa. No solo porque el brasileño dispondrá de la titularidad en ausencia del francés, sino porque de su rendimiento como percutor del ataque azulgrana (con permiso del colosal Pedri) dependerá un tramo crucial de la temporada, en el cual el Real Madrid, designado ya por número de puntos y caprichos del sorteo como termómetro inevitable de esta temporada culé, puede quedar eliminado sumarísimamente en la Copa y al borde de la capitulación en Liga... o quizá todo lo contrario.
De momento, en un partido perro ante el Betis, Raphinha supo mudar el pelaje de cachorrillo nervioso para asestar la dentallada oportuna tras una astuta escapada de Balde. Su gol fue importante, y no solo por tener la mitad de culpa de que el Barça durmiera con ocho puntos de ventaja en el liderato. También porque, ahora que el 22 blaugrana va a tener la oportunidad de jugar bastantes partidos seguidos, parece más probable que su reivindicación pase por la solidez de los números, su buen tino para asociarse con el resto del equipo en fase ofensiva y su sacrificio en las tareas de contención que por la prestancia de sus quiebros y conducciones. Sin duda Raphinha también puede tumbar a algún defensa que otro, pero se le arruga la ropa en la tarea y la segunda ayuda casi siempre lo para. No sucede así con el otro, tan exasperante como genial, así que en la mera exhibición de pasarela el brasileño siempre saldrá perdiendo. Para compararse, deberá ir a la contabilidad y ahí, de momento, con el mismo número de partidos disputados por ambos en la 2022-23, Rapha lleva igual número de asistencias y solo tres goles menos que Dembélé, quien lo aventaja en casi 500 minutos sobre el verde. Que esa brecha en particular, la de minutos jugados, se va acortar es seguro. Está por ver hasta qué punto lo hacen todas las demás.
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