Entre tabletas de turrón cada vez más pequeñas y la gala de esos premios que solo existen para que Cristiano gane todos los años alguno, los compañeros de Mundo Deportivo rompieron con la tacañería típica de la segunda semana de Navidad publicando un dossier sobre el caso Negreira que incluye lo que muchos barcelonistas pedían a menudo pero también les daba un poco de pereza recopilar: 100 partidos con errores arbitrales a favor del Madrid y en contra del Barça que acaecieron durante la época investigada. El contenido parece sugerido al medio, con estupendo criterio, desde el propio club azulgrana. Y es una oportuna cota de malla contra las dentelladas de Florentino, siempre dispuesto a alborotar el patio de butacas cuando su equipo no alcanza a interpretar ni medio sainete sobre el desteñido escenario del Bernabéu.
Es muy difícil pronosticar qué terminara concluyendo la sentencia, aunque desde luego la corrupción deportiva parece mucho menos evidente que la administración desleal. Con todo, resulta diáfano que los pagos a un vicepresidente arbitral, sean por informes de mayor o menor calidad o simplemente con la intención de defender intereses particulares ante el estamento, son un caramelito para cualquiera dispuesto a desacreditar la implacable hegemonía que el Barça impuso en el fútbol español de 2009 a 2018. Sin embargo, sorprende que el Madrid haya pasado de la falsa solemnidad y la eficiente lluvia fina de su infantería mediática a una posición institucional de víctima principal en un caso donde, de momento, las pruebas están muy por debajo del relato.
Para ser creíble, al Madrid le sobran títulos y partidos remontados a golpe de silbato y le falta memoria. Hasta en el campo del modesto Talavera les coreaban hace un par de semanas el "así, así, así gana el Madrid", único cántico verdaderamente universal del fútbol patrio desde tiempos inmemoriales. Es difícil de entender por qué el club blanco cree ahora que le conviene adentrarse en la pista central del juicio de la opinión pública, porque convencerla de que el Barça de Messi, Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué y Busquets, el mismo que "ayudó" a Casillas a ganar dos Eurocopas y un Mundial, no era tan bueno va a ser casi tan difícil como hacerles olvidar lo que significa que venga el Real Madrid al estadio de tu ciudad, no digamos ya visitar el suyo.
Paradójicamente, cuanto más se señala el Madrid a sí mismo como perjudicado, más se le pone la cara de abusón que tantos y tantos aficionados reconocen entre sus más amargos recreos de la infancia. Y más sencillo resulta articular una explicación que quizá no exonera pero sí disculpa al Barça en todo este asunto: Negreira se convirtió en lobbista azulgrana previo pago, como todos los lobbistas, porque presuntamente Joan Gaspart y su junta consideraron que debían intentar algún movimiento que, visto los términos de la causa judicial, solo puede calificarse de defensa propia. Las directivas que siguieron se acomodaron a la estrategia porque uno sabe más o menos qué beneficios le puede dar el pago a un lobbista, pero nunca alcanza a prever los perjuicios de dejar de pagarle. Y, en un momento dado, a Negreira le empezaron a llegar más euros que de costumbre porque había gente en el club y sus alrededores interesada en que ese dinero acabara volatilizado. Y solo hay una cosa mejor para lograr ese objetivo que tener en nómina a un comisionista: tener a un comisionista de tapadillo.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana
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