Lamine y sus compañeros celebran la victoria del Barça contra el Real Madrid

Lamine y sus compañeros celebran la victoria del Barça contra el Real Madrid EFE

Juanito Blaugrana, un Culé en La Castellana

'Chupao'

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Recuperado de su agonía en Milán, el Barça completó una nueva remontada para llenar su barra de Clásicos ganados esta temporada al 100%, elevar su cuenta de goles al eterno rival durante el curso hasta los 16, abrochar el penúltimo botón de un merecido título de Liga y, de paso, obliterar las esperanzas del Real Madrid de evitar que su presunto dominio del fútbol mundial termine en Nadaplete sumarísimo. Incompetentes o facinerosos, una de dos, los árbitros fueron el único lastre que evitó otra histórica goleada del Barcelona a un Madrid hundido, sin más recurso que rezar en voz baja por el siguiente contraataque en posición reglamentaria. Pero no sufra usted, astuto lector: no me cabe la menor duda de que si la prole de estos mendas conoce mínimamente a sus colegiados padres, ni una sola lágrima será derramada por ellos a la vuelta de la escuela.

Un Pedri cansado pero implacable y un Frenkie de Jong asombroso fueron los guionistas de un partido que, quizá por ser Clásico, revisitó de forma canónica las mismas estructuras dramáticas de la eliminatoria contra el Inter y la final de Copa, resueltas ambas con suerte dispar para el Barça. Los azulgranas se vieron de nuevo perdiendo 2-0 al inicio del choque, arrebataron su fútbol para estampar una remontada en los morros de su rival, titubearon cuando se vieron con ventaja en el marcador y pagaron excesivamente caros los errores puntuales de sus defensas. Al menos, esta vez Ronald Araújo tuvo el buen criterio de adjudicarse una amarilla preventiva que nos privó de su concurso en favor del de Christensen. Eso es actuar como un buen capitán, comportamiento que espero reproduzca en el afortunado club que traiga 65 millones para llevárselo este verano.

A los que no va a haber dinero en el mundo para vestirlos con otra camiseta es a Raphinha y Lamine, los dos máximos exponentes de un Barcelona ignífugo e incansable. Solo espero que desde la dirección deportiva azulgrana se tenga la habilidad de filtrar otra vez la voluntar de fichar a un extremo para extender esa rebelión que ha transformado al brasileño de mosquito en vampiro tras el hype de Nico Williams el pasado julio. Y también que el pequeño Yamal desoiga cualquier consejo de sus relaciones públicas y celebre el título de Liga poniéndose no una, ni dos, sino tres gafas de sol mientras sostiene un retrato al óleo de Felipe VI y bajándose los pantalones en el vestuario para descubrir un miembro aparatosamente vendado que le arrastre por el suelo.

Por supuesto, el Barcelona aún no es campeón. Pero esto ya está 'chupao'. El insólito abrazo entre Travis Scott y Joan Laporta significa que quedan tres jornadas y al Barça le basta con sumar dos puntos para serlo. Eso sí, espero que a Hansi Flick le avisen de que si gana la Liga en campo del Espanyol no es buena idea quedarse a celebrarla con los muchachos en el césped, porque seguramente bajarán sus violentos aficionados al campo a intentar pegarles, y además lo harán sin apenas consecuencias. Lo digo porque hace dos primaveras en Alemania igual leyó lo sucedido con el entonces equipo de Xavi y pensó que era una noticia de El Mundo Today. Y no, hijo, no: son así de cafres.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana