Cualquier hincha veterano del Barça sabe que aniversario, equipación histórica, canción conmemorativa, mascota coyuntural, portero suplente en el once propio y exjugadores azulgranas tanto en la meta como en la delantera rival equivalen a palmatoria culé unas 99.000 veces de cada cien. La Unión Deportiva Las Palmas, con la inestimable ayuda de un árbitro malo de solemnidad llamado Cordero Vega, no tuvo más que achicar ocasiones a la desesperada y enganchar un par de contras para respetar esa ratio y convertirse en el primer y perfectamente olvidable equipo que toma Montjuïc esta temporada.
Hansi Flick sigue pagando las ausencias continuadas de varios de sus escasos jugadores con auténtico peso ofensivo, y empieza a correr el riesgo de que le suceda como a otros muchos entrenadores que en el Barça han sido: que se les trague la tierra justo cuando creían que empezaban a pisar en firme. Alguno por esas redes recordaba que Guardiola también tenía meses malos. Pero se le olvidaba comentar, claro, que solían ser los febreros. Pese al biruji invernal prematuro que corre por las calles, es necesario dejar la ventana medio abierta al optimismo. En especial porque en la nueva Champions el Barça camina sin vértigos, y también porque esta Liga tiene aún mucha tela que cortar.
Con seis penaltis a favor y cero en contra en 15 jornadas, ya ha quedado meridianamente claro que el Madrid estará presente para disputarla hasta el final. Pero, ¿qué es la vida sino el tiempo que pasa entre cada una de esas tropelías blancas sobre las que semana tras semana se hacen memes en todos los idiomas? Es cierto que ni sus voceros más fanáticos engañan ya a casi nadie en ningún rincón del planeta, ni siquiera en Uganda o Namibia, pero eso no significa que al triste Getafe de Bordalás no se le vaya a olvidar el fútbol en cuanto pisa la casa de papá. Simplemente, hay que vivir con ello y pedir a Negreira daños y perjuicios, ¡qué menos!
Si se siente usted flaquear en el empeño de mantener la ilusión, astuto lector, le aconsejo que se dé un gusto y vea de nuevo el 0-4 del Bernabéu, la exhibición de Pedri contra el Brest o los cuatro últimos partidos completos de Lamine Yamal. O bien, si no tiene muchas ganas de fútbol, coloque cuanto antes el árbol de Navidad y tome un chocolate caliente junto a las luces con sus familiares, allegados o animales preferidos. No están los tiempos para dejarse avasallar por el desánimo. Eso sí, acuérdese de llevar el escudo en el pecho debajo del jersey de renos. Porque pase lo que pase, seguirá siendo un tesoro que protege el corazón. Per molts anys!
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana