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Los que ya le hemos dado la vuelta al jamón de la vida recordamos adolescentes cenas de jueves contemplando inquietos la piel como de ceniza del icónico villano de Expediente X conocido como 'el hombre del cigarrillo' o simplemente 'el fumador'. Siniestro titiritero en la sombra y varios pasos por delante de los voluntariosos investigadores del FBI Mulder y Scully, el cetrino mago de la conspiraciones interpretado por William B. Davis padecía de forma evidente un trastorno que seguramente encontraríamos en cierta medida en un buen número de los mejores porteros de la historia del fútbol: el complejo de Dios.
Si bien comparte con el personaje de los X Files una insana afición a la nicotina, la apariencia de Wojciech Tomasz Szczęsny no es ni mucho menos la de un espía atormentado por el peso de sus desmanes. El nuevo meta del Barça presenta más bien el rostro tranquilo de un prejubilado rico que, para aparcar definitivamente sus preocupaciones, acaba de vender sus últimas acciones en una empresa centroeuropea de hardware industrial. Será porque justo a eso, a un retiro prematuro, sosegado y bien enmoquetado de billetes, ha renunciado temporalmente el cancerbero polaco para defender durante unos meses la línea de gol azulgrana.
Deco fue a buscar rápidamente a The Woj casi tanto por la lesión de Ter Stegen como por el desabrimiento de Iñaki Peña, este sí un individuo grisáceo, cuya voz rara vez escuchamos y que parece prematuramente envejecido desde su calamitosa temporada pasada. Se diría que en el buen humor del Barça actual encaja mucho mejor la personalidad del polaco, con un currículo apreciable en la élite, una imagen pública afable pero asertiva y un inequívoco brillo de confianza en sus ojos.
El hecho de que Szczęsny haya aceptado la oferta blaugrana, un mucho por amor al fútbol y un poco 'for the LOLs', sin duda le va a granjear un recibimiento amable por parte de una culerada que, desde la llegada al banquillo de Hansi Flick, vuelve a ver los partidos con la mandíbula relajada y langostinos en el plato. Quizá arrastrada ya de forma irreprimible a un estado de ilusión que bien podría resumirse en el mensaje de aquel póster que David Duchovny tenía colgado en su oficina del FBI: 'I want to believe'.
P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana