Al margen de la competición, lo que suceda en este 'mercato' de invierno es muy importante para el futuro del Barça. Tanto, que incluso Xavi Hernández ha tenido que plegarse a las "decisiones de club"... sabiendo que le perjudican. Entiéndame, astuto lector: la posibilidad de que Ousmane Dembélé sea la estrella que este Barça necesita para levantar algún título esta temporada, o cualquiera de las venideras, es tan remota como la de encontrar un vídeo de Fabio Rochemback, fenomenal persona y mejor alicatador de baños, regateando limpiamente a cuatro defensas.
Pero, hasta con sus frágiles cordones musculares atados a ese juguete de latón dando palmas que lleva los mandos de su IQ futbolístico, El Mosquito zumba desequilibrante como extremo en el perfil derecho del ataque culé. Y, solitario gol ante el Linares mediante, no deja de ser uno de los pocos alimentos que a este Barça en plena dieta quemagrasas le permiten no llegar desmayado al área rival. Que Xavi prefiriera no prescindir de Dembélé era comprensible. Y por eso tiene mucho valor que antes del partido ante el Athletic saliera a alinearse con el ultimátum del Barcelona al agente del muchacho: "O renueva o se le busca una salida. Es una decisión de club".
O lo que es lo mismo: el técnico egarense acepta hipotecar el presente para colocar la proa azulgrana con rumbo decidido al futuro. Incluso entendiendo que el fichaje de Ferran Torres tiene mucho de venda cuidadosamente colocada antes de la herida, la realidad es que podría haber escurrido el bulto en su comparecencia y no lo hizo. Y creo que acierta, porque la única vía de construcción del equipo que seguro tiene en la cabeza desde hace mucho tiempo pasa por que la gestión de la plantilla fluya lo más suave posible. Para un Barça con tal exceso de problemas solo es prioritario mantener el equilibrio. Y como escribió Benedetti, "las actitudes equilibradas son por lo general incómodas, a veces desagradables y casi nunca parecen heroicas".
Al contrario de lo que pueda indicar el análisis puramente deportivo, el heroísmo de Xavi no reside en su capacidad para engendrar riqueza sino en su resiliencia para afrontar la carestía. Si lo consigue, con un poco de suerte se plantará a finales del agosto que viene con una perspectiva futbolística más acorde a la de sus anhelos. Pero hasta entonces, le toca bregar. Como cantó Nacho Vegas: “Tengo un ambicioso plan: consiste en sobrevivir”.
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