Joan Laporta en el Camp Nou FCB
El Barça empieza septiembre con solo 7 puntos en Liga tras el empate arañado en Vallecas en la que a partir de ahora se conocerá como 'la nit de Sant Joan Garcia'. Mientras, en ese conocido aparato propagandístico audiovisual independiente que, casualmente, lleva el nombre del Real Madrid, lloriquean porque ya no los dejan meter goles en fuera de juego como antes y, claro, así es imposible no sacar aún mayor diferencia de goles tras sumar 9 puntos de 9 posibles. ¿No le digo yo que lo de Negreira fue en defensa propia?
Pero la apertura de la competición liguera, a la cual aún le resta un mundo, no es tan caliginosa como el cierre de un mercado más de fichajes en el cual el Barça, pese a las promesas de luz al final del túnel, ha flirteado de nuevo con el desastre: inscripciones a ultimísima hora, lesiones polémicas, ventas y cesiones de difícil justificación, problemas graves con la licencia del nuevo estadio y todo tipo de rumores indeseables esculpen la imagen de un club que pasa demasiado tiempo en el alambre para su propio bien. Si como, al parecer, nunca dijo Albert Einstein, locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes, el Barcelona hace ya tiempo que entretiene los veranos lanzándose alegremente contra las paredes acolchadas del frenopático.
En la temporada anterior fueron Pau Víctor y Dani Olmo quienes estuvieron muy cerca de caer por entre las grietas de la mala planificación azulgrana. Y a estas horas aún no se sabe si el sufridor de este inicio de campeonato será Roony Bardghji, extremo pintón del cual destaca una cosa por encima de todas: la diferencia entre su fichaje y la venta de Jan Virgili al Mallorca, si las cifras publicadas son correctas, asciende a +1,5 millones de euros a favor del Barça. Pero, ¿de verdad merece la pena el viaje de colocar a un canterano a quien los que saben del asunto calificaron como prometedor y traer a un desconocido sin garantías de poder inscribirlo solamente para llenar esas paupérrimas alforjas?
O lo que es lo mismo, ¿incluso tratándose de un beneficio neto, son 1,5 millones de euros tan importantes en las cuentas de un club cuya última previsión de ingresos rondaba los 890 millones? Bueno, teniendo en cuenta que el anterior ejercicio dio un beneficio neto negativo de -91 millones, a lo mejor sí, y hay que ir resignándose a que esto es el cuento de nunca acabar en lo que a rascar milloncejos de debajo de las piedras se refiere. Será curioso echar un vistazo al cierre económico de la 2024-25 el mes que viene. Sobre todo porque si el Barça fuera de verdad, como siempre defiende Laporta, una "empresa multinacional familiar", temo que hijos, sobrinos e incluso excuñados le insistirían bastante en que el presupuesto, padre, está para cumplirlo. Especialmente, cuando ya vamos por el tercer año en que, si cuadra, cuadrará por los pelos, de nuevo lastrado por la herencia, sí, pero también por el comisionismo y la pillería. Y además, auditado por la firma de consultoría más prestigiosa del Congo. O la segunda más prestigiosa, en su defecto.
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