Lamine Yamal pasa la revisión médica del Barça FCB
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El glorioso Fútbol Club Barcelona, campeón de Liga y Copa, azote del Maligno y envidia del mundo por su aura, su swag y su flow, regresó ayer al trabajo con nuevos peinados, un par de fichajes, un puñado de canteranos con la mirada limpia y el porte majestuoso de La Masia y absolutamente todo por ganar. Entre el final de la pasada temporada y el comienzo de la presente, Lamine se ha hecho mayor de edad, Marc Bernal retoma su sendero hacia la gloria donde lo dejó, Joan Garcia ha cambiado la tristeza infinita y malcarada por la ilusión sin límites y Ter Stegen se ha convertido en espectro. Alguien debería decirle al futuro ex capitán azulgrana que con un divorcio polémico al año es más que suficiente. No eres tú, MATS, somos nosotros. Y lo mejor sería que pidieras permiso cuanto antes para ausentarte de los entrenamientos y negociar tu nueva vida lejos del Camp Nou.
Porque esa es otra: se acabó el exilio en Montjuïc. El Spotify Camp Nou abrirá sus puertas al inicio de la Liga para celebrar a un equipo cuyas actuaciones son el exponente máximo del rock de estadio. No estará ni mucho menos acabado, pero si la Catedral de Notre Dame tardó 182 años en construirse, ¿qué suponen unos meses más para el gran templo mundial del fútbol sinfónico? Hacía años que una pretemporada del Barça no alcanzaba estas cotas de hype, en la cual cada jugador de la plantilla parece una deidad esculpida en el Olimpo, el despacho de Hansi Flick es el Oráculo de Delfos y un Laporta barbudo lanza grandes risotadas desde lo alto de su montaña, cada refinanciación de deuda y asiento positivo en la contabilidad del club un rayo celestial crujiendo sobre las chamuscadas cabezas de sus rivales.
Al fin parece que el plan del president, el cual nunca fue otro que convertir al Barça en uno de los equipos de fútbol más atractivos del mundo para que ese impulso remolcara al club fuera de las arenas movedizas de deuda y despilfarro en las que lleva tiempo atrapado hasta la cintura, ha cristalizado. Y el resultado es una perfecta burbuja de entusiasmo que quien les escribe no tiene ninguna prisa por rasgar. Es evidente que se ha logrado desde la endogamia, el personalismo, el populismo y el azar, que no son ni mucho menos los cuatro pilares más sólidos para una entidad deportiva, pero se ha logrado al fin y al cabo, contra pronósticos lúgubres y enemigos desalmados. Decir que todo va bien porque la pelotita entra sería una reducción al absurdo. Todo va bien porque no hay un solo barcelonista que no esté deseando sentarse a ver lo que hace su equipo con ella.
El Barça de la 25-26 echa a andar con una premisa prácticamente inédita desde las aciagas temporadas que marcaron su inicio de la década: no es que sea candidato a todos los títulos, sino que ha vuelto a convertirlos en el resultado lógico de una ejecución magistral del juego. Habrá baches en el camino, se perderán partidos y la propuesta azulgrana deberá evolucionar para no anquilosarse, pero el potencial es tan grandioso que asusta. Todo por ganar, por primera vez en mucho tiempo, significa todo. Incluso el futuro.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana