Vandalizan un mural de Nico Williams en Barakaldo: su hermano responde

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Juanito Blaugrana, un Culé en La Castellana

Fui yo, lo confieso

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Astuto lector: he sido yo, lo confieso. Y además, ha llegado la hora de contar toda la verdad. Han pasado muchos años, incontables vicisitudes y múltiples operaciones saldadas con éxito. En círculos muy selectos se me ha llamado "el espectro", "la epidemia" y hasta "el Mozart del sabotaje". Y no quisiera pecar de inmodestia, pero sí voy a permitirme compartir los hechos para que pueda juzgarlos usted mismo. Y decidir si he cumplido el objetivo para el cual fui cuidadosamente escogido y entrenado: la perdición del Athletic Club de Bilbao.

La humildad me obliga a afirmar que buena parte del éxito corresponde a mi antecesor. Como nací a finales de los 70, es imposible que me otorgue el mérito de algunos de sus mejores trabajos, como suministrar a Goiko en su txakoli de las mañanas de partido la droga alucinógena experimental del proyecto MK Ultra que lo llevó a confundir a Schuster con una cama elástica y a Maradona con una cucaracha gigante. Su mano también estuvo detrás de la bengala de Roma, del beef entre Sarabia y Clemente y, por supuesto, de mi entrenamiento.

Filipo de Macedonia fue capaz de conquistar Grecia en la antigüedad. Pero su hijo, Alejandro Magno, llegó nada menos que hasta la India. Con ese espíritu de superación me consagré a la tarea. Así convencí a Javi Martínez de irse al Bayern durante un Europeo sub 19 en Linz que cubrí con Marca. También auspicié el suministro regular de esteroides a Toquero para convencer a los ilusos vizcaínos de que merecía ser titular en finales de Copa contra el Barça. Disuadí a Fernando Llorente de renovar llevándomelo a cenar a Turín con los Agnelli, y sometí a hipnosis a toda la plantilla del Manchester United en semis de la última Europa League para que se creyeran el Brasil del 70.

Pero no puedo estar más orgulloso de la acción con la que paso el testigo de mi sagrada misión a alguien más joven y capaz, cuya identidad, por motivos obvios, nunca desvelaré. Me retiro después de mancillar no una, ni dos, sino tres veces el mural de los hermanos Williams. La última de ellas, oh, genialidad, incluso dejando un mensaje en euskara. Al fin mis 12 años de educación en una ikastola de Galdakao dieron sus frutos. ¿O qué pensábais, que los del Bilbao eran tan tontos, tan sumamente cenutrios, como para enfadarse y hacer algo así solo porque un club paga la cláusula que ellos mismos le pusieron a su jugador con más proyección al renovarlo? ¡Ja!

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana