Can Sabadell, el campo olvidado del Barça

Can Sabadell, el campo olvidado del Barça

Historias del Barça

Can Sabadell, el campo olvidado del Barça

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Es frase recurrente entre los mayores aquella que dice así: “Cuando yo era pequeño, todo esto era campo”. En este punto, en la frontera entre Horta y Sant Andreu, los bloques de viviendas esconden que un día hubo la entrada a un campo, sí, el campo olvidado del Barça

Desde 1900, el Barcelona estaba bien instalado en el campo del Hotel Casanovas y tenía allí planes de futuro, pero el proyecto de construcción del Hospital de Sant Pau en aquellos terrenos y el cierre del hotel llevaron a la junta directiva a buscar nuevas instalaciones solo un año después de su llegada.

Junto al tranvía eléctrico

Los responsables del club azulgrana buscaron una zona cercana al Hotel Casanovas y dieron con la masía de Can Sabadell, una finca muy cercana al paseo Maragall, entre las calles Garcilaso y Acàcies, cuyo terreno permitía el arreglo de un rectángulo de juego con las medidas necesarias para la práctica del fútbol. Y muy bien comunicada por el nuevo tranvía eléctrico.

El nuevo campo de juego del Barcelona estaba junto a la masía y tenía unas medidas de 105 metros de largo por 55 metros de ancho, cercado con estacas y alambre –a una distancia de 2,5 metros de la línea– para evitar que los espectadores ocupasen el terreno para ver mejor las jugadas. Por lo tanto, en caso de necesidad, se podía ampliar.

Junto al lateral, en el centro del campo, además, estaba habilitada una zona exclusiva para los socios, que servía asimismo de entrada al terreno para los jugadores.

Un campo de quita y pon

Sin embargo, al nuevo campo le faltaba algo que había hecho del Hotel Casanovas un lugar idóneo para la práctica deportiva: los vestuarios. El Barcelona halló la solución en la masía, habilitando habitaciones para el uso de los socios y para los demás clubs que acudiesen a jugar al campo de la carretera de Horta, servicio de bebidas incluido.

En una de ellas quedaron instalados un lavabo y el botiquín. Además, otra estancia de la casa servía de almacén para guardar las porterías y otros utensilios, dado que el campo era de quita y pon.

Hasta 4.000 espectadores

Solventado el asunto de los vestuarios, si por algo destacaba el campo de la carretera de Horta sobre su predecesor era por la buena conexión con la ciudad. El nuevo tranvía eléctrico, cuyo billete tenía un precio de 15 céntimos, salía cada 15 minutos desde plaza Urquinaona y llegaba a Can Sabadell.

Al llegar, los visitantes disfrutaban de una bonita entrada para espectadores y carruajes adornada con dos macetas con pitas. La parada de este transporte estaba “a dos pasos” del campo, en el paseo Maragall esquina Garcilaso (entonces conocida como calle Estébanez), hecho que todos agradecían.

En cuanto a los coches de caballos, tenían una zona de aparcamiento detrás de una de las porterías. El acceso era gratuito y podía concentrar hasta 4.000 espectadores, estando parte del público, si era necesario, sentado en sillas. 

Debut triunfal

En octubre del año 1901, el Barcelona ya tenía listo su nuevo campo, de hierba, gracias a los “trabajos de arreglo de una numerosa brigada”, según recoge la prensa de la época. Todo estaba pensado para que el sol no molestara a parte de los jugadores. Y allí jugaron los socios del Barcelona algunos partidos de ensayo.

Sin embargo, el partido de inauguración lo jugó el Barcelona el 21 de noviembre, jueves, a las tres y media de la tarde, contra los jugadores del buque escuela inglés de guardias marinas Calliope. El capitán azulgrana, Arthur Witty, se encargó personalmente de invitar a sus rivales para este encuentro, que tuvo una duración de 60 minutos, con un descanso de 5 minutos.

Unas 300 personas disfrutaron de la goleada del equipo local (4-0) en su estreno. El Barcelona formó con: Samuel Morris en la portería; Arthur Witty y Fitzmaurice en defensa; J. Ortiz, P. Widerkehs y Miguel Valdés en la medular, y uno de los hermanos Parsons, Conarre, Joan Gamper, Henry Morris y Miguel Morris en la delantera.

Etapa exitosa y despedida

El triunfo inaugural fue el preludio de una etapa exitosa para el Barcelona. En Can Sabadell, el equipo levantó sus primeros títulos. En la temporada 1901-02 ganó su primera Copa Macaya, y repitió éxito un año después, aunque entonces el campeonato se llamaba Copa Barcelona, y lo impulsó el club azulgrana por discrepancias con la organización del torneo antedicho.

No hay que pasar por alto que, jugando el Barcelona en la carretera de Horta, Joan Gamper, su fundador, colgó las botas. La revista Los Deportes informó de que "el notabilísimo jugador D. Juan Gamper se retira definitivamente de las continuadas prácticas de su deporte" justo el día en el que el gran impulsor del fútbol en la ciudad cumplía 26 años, el 22 de noviembre de 1903. Sin embargo, el bueno de Gamper todavía disputó tres partidos con su equipo en 1904, bien por falta de jugadores, bien porque le apetecía.

El Barcelona abandonó estos terrenos por la decisión de los propietarios de construir edificios. Jugó en este campo cerca de 20 partidos oficiales, de los que solo perdió uno y empató dos. En ellos, anotó cerca de un centenar de goles, por los 13 que encajó. Era septiembre de 1904 cuando los diarios anunciaron el próximo traslado del Barcelona al campo del “disuelto Club Hispania”. Esto es, el campo de la calle Muntaner.

Escuela Doctor Ferran i Clua

El campo de Can Sabadell se encontraba justo delante del laboratorio del Dr. Ferran, que por aquel entonces estaba a medio construir. Unos terrenos sobre los que hoy se levanta la escuela Doctor Ferran i Clua, en recuerdo al médico y bacteriólogo que descubrió una vacuna contra el cólera, aunque sufrió una campaña de descrédito por ello, entre otros hallazgos tales como una primitiva vacuna contra el tifus, otra contra la tuberculosis, y una mejora de las defensas contra la rabia.

Los documentos recogen que Can Sabadell era propiedad de Martí Sabadell Buixó a finales del siglo XIX. La masía fue derruida después de la Guerra Civil en el marco de la remodelación del paseo Maragall.