La Champions actual es una competición que solo tiene interés a partir de febrero y en forma de muerte súbita. A pesar de contar con los 15 mejores clubs del mundo, el actual formato de la Copa de Europa solo ofrece 8 o 9 partidos interesantes al año. Por tanto, es urgente mejorar la competición para hacerla más interesante. Tanto la organización como la generación de ingresos económicos y el reparto decidido por UEFA es muy mejorable. Los clubs pagan la fiesta (son propietarios de las entidades, estadios, jugadores y aficiones) pero la organiza otro.

En los tiempos actuales se impone la tendencia de suprimir al intermediario si realmente no aporta un valor añadido. Los clubs top europeos pueden montarse una competición de primera línea sin la UEFA. Pero la UEFA no podría organizar una competición de primera línea sin los clubs top europeos. 

Por tanto, si el organismo futbolístico europeo quiere evitar que el divorcio que han intentado ahora los clubs se lleve a cabo o se vuelva a intentar en un futuro debería convencerlos con una alternativa atractiva. Y la reforma de la Champions presentada el pasado lunes, con más equipos menores, no lo parece. 

El problema ha sido que el intento de revolución liderado por Florentino Pérez ha sido diseñado y ejecutado de manera elitista y prepotente. Es muy ventajoso pretender romper el Status quo sin asumir ningún riesgo deportivo y económico, lo que supone un atentado a los valores de la competitividad y la incertidumbre del deporte que tan atractivo lo hace.

Habría tenido mucha más aceptación una Superliga abierta, formada inicialmente por los 14 clubs top europeo, que fueran fijos solo los 3 primeros años ya que son los que aportan un valor económico y mediático a la competición, más 6 plazas reservadas a ascensos y descensos. 

Y organizar una liga europea de 2a División con 2 grupos de 20 equipos, (40 en total) y los 3 primeros de cada grupo subirían a la Superliga de la que descenderían los 6 últimos, cada año.

De esta manera habría partidos buenos en la Superliga en cada jornada y más igualados en la liga europea de 2ª división. 

Y este proyecto, compatibilizado con las ligas nacionales para respetar la tradicional rivalidad local.

Con todo el respeto, es ridículo que el Barça o el Real Madrid deban jugar contra el Ludogorets o el Cluj en una primera fase de la actual Champions que acaba siendo un puro trámite. O el fútbol se actualiza o los jóvenes se pasarán a otras ofertas de entrenamiento. 

Es muy contradictorio que algunas aficiones estén en contra de una nueva Superliga y apoyen a la UEFA cuando es el organismo europeo el que se está cargando la auténtica competitividad permitiendo a los clubs Estado que inyecten el dinero procedente de otros negocios saltándose el fair play financiero en detrimento de los clubs que son de sus socios y deben autofinanciarse. 

¿Esta es la evolución del fútbol que quieren?