Semanas complicadas las que se viven en el FC Barcelona. Más allá de la angustia que genera la situación económica, el club no consigue remontar la decadente dinámica deportiva que comenzó en Roma y se confirmó tras la debacle de Anfield. Los jugadores fueron perdiendo el espíritu competitivo que antaño los catapultó a ser los mejores del mundo y no hay manera de salir de la espiral derrotista.
Los síntomas que se manifestaron la temporada pasada con Ronald Koeman se han repetido en este final de curso con Xavi Hernández. Hay tantas ganas de que el equipo resucite, que nos empaña la ilusión y nos conduce a la precipitación. El curso pasado vimos un gran fútbol con Koeman en algunos tramos, conquistando con brillo la Copa del Rey, y cuando más cerca estábamos de competir la Liga... Batacazo contra el Granada. Y, luego, lo rematamos con un trompazo contra el Levante.
Esta temporada, Xavi también activó el botón de la ilusión para los mismos que unos meses antes habían destrozado al propio Koeman. El egarense recuperó la mejor versión azulgrana, capaz de humillar al Real Madrid en el Bernabéu cinco años después. Sin embargo, cuando más cerca estaban de conseguir una gran gesta en forma de título con la Europa League y tratando de competir la Liga hasta el final, todo se volvió a derrumbar.
Un modesto Eintracht de Frankfurt humilló futbolísticamente al Barça en el mismísimo Camp Nou y abrió la veda para que los todavía más modestos Cádiz y Rayo Vallecano rematasen al equipo, también en Barcelona, y lo apeasen definitivamente de la Liga. Volvimos a las catacumbas. Otra vez.
Hay muchos problemas que explican esta situación. Por un lado, la dependencia de unas vacas sagradas que tienen secuestrado al club con sus salarios astronómicos. Todos dicen que quieren al Barça. Piqué, Busquets, Jordi Alba... pero a la hora de la verdad, no perdonan ni un euro. Firman diferimientos salariales que dan oxígeno al club pero que no son más que pan para hoy y hambre para mañana. Con ellos en el club, se hace difícil contratar a nuevos jugadores por los impedimentos del control económico de la Liga. A nivel de vestuario, no dejan de ser un tapón que pone freno a la proyección de los nuevos líderes en forma de jóvenes promesas que deben tomar el timón.
El Barça ha pasado del “Messi, Messi” al “Luuk, Luuk, Luuk”. Parece inconcebible. Sin embargo, en este insólito hecho reside también un grave problema de mensaje desde la junta directiva. No vale con sacar pecho amparándose en el escudo, los colores y la historia del club. "Somos el Barça y tenemos que ganarlo todo", se empeñan en pregonar presidente, dirigentes, técnicos y jugadores. Pero no se gana con palabras ni con mensajes de orgullo vacíos de contenido.
Si el Barça quiere empezar a captar a nuevas estrellas, deberá convencerlas con un proyecto deportivo de los pies a la cabeza. Xavi ha recuperado el buen fútbol en algunos partidos, pero vive de los centros de laterales y extremos a los nuevos rematadores que han llevado a batir el dudoso honor de ser el equipo que más goles marca de cabeza. Algo que tanto se le criticó a Koeman también ha terminado por ser un arma de Xavi, a falta de mejores alternativas para el ataque.
El presidente Laporta debe cambiar el chip. No vale solamente con vender ilusión si luego ello desemboca en frustración. El "hemos vuelto" ha sido pasajero. El "Messi se quedará" y "esto lo arreglamos con un asado" ha quedado como un embuste a la altura del fichaje de Beckham. El "podemos fichar a por Haaland" ha sido igual de creíble que el "vamos a por la Liga". Y el apoyo total que se manda a Xavi debería irle preocupando si nos atenemos a lo que ocurrió con Koeman. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...
En el plano institucional, más de lo mismo. Prometieron doblar los contratos por patrocinios y solamente ha llegado un gran sponsor, Spotify, a la fuerza y con comisiones de por medio. Prometieron hacer negocio con BLM y Barça Studios a cambio de no vender el Barça Corporate, y hasta ahora no hemos sabido nada. Renegaron del acuerdo con CVC que impidió la renovación de Messi y ahora están a punto de firmarlo. También prometieron que el Barça no será una Sociedad Anónima Deportiva, pero ya han abierto el club a que cualquiera se pueda hacer socio y está a punto de venderse el capital participativo de las nuevas sociedades limitadas creadas por el club. ¿Qué motivo real hay para creer que no acabaremos como Barça SAD?