Sandro Rosell vuelve a escena. El ex presidente del Barça, absuelto hace un año tras pasar casi dos en prisión preventiva, reaparece este domingo en Salvados, el programa de Jordi Évole con duros ataques contra Jaume Roures, fundador y propietario de Mediapro. Le acusa de estar detrás de su encarcelamiento y asegura que su apoyo al proceso independentista catalán y el fichaje de Neymar, pretendido por el Real Madrid, también le pasaron factura.

Las sospechas de Rosell se recogen también en el libro Un fuerte abrazo, que debía ser uno de los grandes reclamos en Sant Jordi. Después de casi un año de silencio, el ex presidente del Barça tira con bala. Tiene motivos para estar dolido –por utilizar una expresión edulcorada--, pero sus ataques provocarán un incendio mayúsculo. Que el fichaje de Neymar no gustó en Madrid es una evidencia, pero denunciar una conspiración en tal sentido es un pelín arriesgado. De la misma manera es incuestionable que la contratación del crack brasileño fue más opaca y enrevesada de lo anunciado en 2013. El entramado de comisiones y la letra pequeña del contrato no eran moco de pavo.

Rosell no debió estar dos años en la cárcel. Ni mereció un hostigamiento tan feroz como presidente del Barça, pero él tampoco fue una persona de paz y entendimiento. En 2010, tras ganar las elecciones con los mejores resultados de la historia del club, se obcecó con liquidar el legado de Joan Laporta. Heredó el mejor equipo de la historia, campeón de todo, y un club con una salud económica mucho más delicada.

En tres años y medio como presidente del Barça, Rosell alternó aciertos y errores. Alivió los problemas de tesorería de la entidad con una gestión más profesionalizada y un contrato de patrocinio con Qatar (éticamente discutible, si se quiere) muy beneficioso para la entidad. Deportivamente alternó aciertos (la apuesta por Tito Vilanova) con errores de bulto (Gerardo Martino) e institucionalmente rebajó tensiones con las peñas no catalanas. También ideó el Espai Barça, el proyecto más importante y trascendental del club en el siglo XXI. Y puso en el punto de mira a Roures, el trotskista que compra y vende derechos de televisión con una voracidad capitalista en grado superlativo.

La obra de Rosell fue incompleta. Como presidente del Barça sufrió mucho más que disfrutó y parece descartado que lidere una candidatura en 2021. Pagó un alto precio por sus errores y sus enfrentamientos. No conectó bien (célebres fueron las contrataciones y despidos de sus directores de comunicación) con el socio y pocos reivindican su herencia. En las distancias cortas es mucho más hábil y creíble. La entrevista con Évole promete.