Menos mal que Gerard Piqué se ha retirado. Solo le faltaba a este Barça tan poco fiable el ruido que rodea al excapitán. Hace tiempo que Piqué tiene la cabeza en mil sitios, en sus negocios, en sus romances, bien que su fama de gerifalte del club –y no solo del vestuario– terminó de tensionar las relaciones internas.
Shakira ha abierto la veda. El mensaje de cada canción que saca últimamente sobre su relación con Piqué es más potente que el anterior. Cuando anunciaron su separación, pidieron privacidad por el bien de sus hijos. Hoy, medio año después, nada de eso importa. La artista antepone su liberación (y el negocio) a todo lo demás, mientras él pasea su amor con Clara y se centra en sus ideas empresariales emprendedoras.
¿Se imaginan que todo este revuelo se hubiera producido con Piqué todavía en la plantilla? No duden de que las debilidades del equipo, la falta de concentración, se le achacarían a Gerard, jugase o estuviese en el banquillo. Se hubiera convertido en insostenible, en un polvorín. Por suerte, se marchó por sorpresa antes del Mundial de Qatar 2022.
En el campo ya nadie se acuerda de Piqué, pero no deja de ser curioso que se hable más de él que del juego del Barça y de sus futbolistas. Un detalle sintomático.