Verano de 2017. No es el título de una película sino la fecha que marcó el NO de Mbappé para fichar por el Barcelona. El club azulgrana tenía prisa, iba desesperado por cerrar una herida que, sin tiempo a cicatrizarse, necesitaba una solución mediática que diera un golpe de efecto. Neymar marchaba desafiando todas las leyes de la gravedad: el "se queda al 200%" del entonces vicepresidente Jordi Mestre y el otro "se queda" de Gerard Piqué publicando una foto con el brasileño. Por cierto, ya que estamos, aprovecho para contar que esa foto se la hicieron entre risas, copas y mucho jolgorio y que en ningún caso se meditó la trascendencia del contenido. Simplemente tenían ganas de reírse... De la culerada.
En esta prisa de la que escribo, el Barcelona creyó en el fichaje de Ousmane Dembelé. Asesorados, una vez más no de la mejor manera, pensaron que este joven al que llamaban mosquito podría ser un revulsivo y un tesoro todavía por explotar. Hicieron caso omiso, o no se quiso ver, a conductas similares a las de Neymar que Dembelé repetía fuera del césped: igual que el brasileño y sus toys, también iba acompañado de unos cuantos amigos y no tenía un entorno óptimo para ser una estrella. También fueron sabias las palabras de Marc Bartra, compañero entonces de Dembelé en el Borussia Dortmund: "Es un gran fichaje y es un muy buen jugador, pero hay que tener paciencia”. Con la cautela y la discreción de Bartra cuando habla ante los medios, indicó perfectamente lo que había visto durante aquella temporada.
En paralelo, se descartó a Kylian Mbappé. El gran Minguella ya lo reveló pero hace falta profundizar en cómo se dio el NO al "otro" francés.
El padre y el jugador tenían el deseo enorme de venir a Barcelona, las conversaciones se hacían entre representantes, como siempre, pero la motivación hizo que el jugador moviera ficha. Estaba en Mónaco, quería marchar, sabía de su potencial y ante todo priorizaba un proyecto. En paralelo, el Barcelona todavía no había cerrado a Dembelé y por si las moscas seguía de flirteo con Mbappé. Hasta el punto que el padre esperó un encuentro fechado con representantes del club azulgrana y este acabó en un plantón de dimensiones extraordinarias.
El problema no fue que finalmente no se cerrara el fichaje, si no la sensación de ninguneo que tuvo especialmente el padre. Sabemos de la estructura de multinacional que tiene el Barcelona, de la gente que entra y sale cada día pero estas cosas deben cuidarse más. Todavía a día de hoy, el entorno de Mbappé alucina con aquella gestión... En el caso de cerrar su fichaje, las disculpas ahora saldrían demasiado caras.
Y así volvemos al presente. Plantear la opción de Mbappé es rocambolesco. Hace dos años ya fue el segundo plato de Dembelé. Y ahora lo pintan como el sustituto del fallido retorno de Neymar. El Barça se equivocó con la elección de 2017 y hace falta asumir el error y dejar de especular. Por suerte, una vez más, la Masía ha salido al rescate: Ansu Fati.