Mientras Juli Guiu, el responsable de marketing del club, demostraba sus nulas dotes de orador y pésima capacidad de vender un producto en la Asamblea Extraordinaria del pasado jueves, Robert Lewandowski se encontraba disfrutando de sus vacaciones en Mallorca. El delantero polaco debía hacerse cruces cada vez que abría la boca Guiu, porque era como si las acciones de la bolsa bajaran a palazos. Su parsimonia y desidia obligaban a Joan Laporta a comparecer para reconducir un discurso que llevaban directamente al club a un atolladero. No sabemos si Lewandowski se tragó toda la Asamblea -la espera en las votaciones fue infame y penosa, en este sentido deberían aprender de TV3 que al menos en ‘Eufòria’ cuelan números musicales de grupos locales para amenizar el recuento-, pero lo cierto es que debió respirar aliviado cuando le anunciaron que el Barcelona volvería a tener muy pronto liquidez económica tras aprobar la activación de unas palancas que pondrían unos 600 millones de euros a disposición del club.

Y es que el atacante del Bayern de Múnich será el primer beneficiado de la activación de las palancas: el club quiere cerrar su traspaso de forma inmediata, antes incluso del 30 de junio si puede ser. El objetivo es que el Barcelona pueda mostrar a todo el mundo que ha vuelto, también en el territorio de caza mayor, enseñando una de las piezas más codiciadas: el Balón de Oro oficioso del 2020 y el actual Bota de Oro.

El Bayern de Múnich, que ya se ha resignado a quedarse huérfano del internacional polaco, está esperando confirmar el fichaje del senegalés Mané para dar luz verde a la operación, que acabará girando entorno a unos 40 millones de euros.

Pero no será la única pieza de altos vuelos que intente cazar el Barcelona este verano. Hay otros dos nombres propios que van a dar mucho que hablar en las próximas semanas. Por un lado, está el central del Sevilla, Jules Koundé, y por otro el centrocampista del City, Bernardo Silva. Estamos hablando de jugadores que sólo están al alcance de los clubes más poderosos del planeta, y el Barcelona los quiere de una tacada. Por el primero, el Sevilla no bajará de los 60 millones de euros y por el segundo, el City ya habla de 100 millones. Así pues, un monto de 160 millones, que habría que sumar los 40 de Lewandowski, acabando en 200 millones, y con todavía los números por hacer con Raphinha del Leeds.

De ahí que, aparte del famoso fair play financiero, el Barça necesite imperiosamente adelgazar sus nóminas y vender activos importantes de su plantilla. Frenkie de Jong es el sacrificado. Su irregular rendimiento en el Barcelona no ha afectado su valor en el mercado. Además, el Barcelona cuenta con el factor a favor que el Manchester United de Ten Hag lo quiere sí o sí, por lo que los blaugrana esperan sacar una buena tajada del centrocampista holandés. Se habla abiertamente en el club de una cifra cercana a los 80 millones de euros.

Otros dos nombres propios también podrían entrar en operaciones. Sergiño Dest, en el caso de Koundé, mientras que Memphis Depay podría salir por unos 25 0 30 millones de euros. Si se confirman todas estas operaciones, el club podría soñar con tener en sus filas a tres jugadores de nivel top para refundar el primer equipo: Lewandowski, Koundé y Bernardo Silva.

Después habría que acabar de perfilar la plantilla con refuerzos no tan vistosos pero igualmente necesarios como el central Christensen y el centrocampista Kessié, ya cerrados, y las incorporaciones de Marcos Alonso, Azpilicueta y Raphinha, junto a la de un chaval que promete y mucho, el cántabro Pablo Torre.

Y sin olvidarse de las bajas, ahora mismo la gran preocupación del club. Jugadores como Riqui Puig, Mingueza, Lenglet, Umtiti y Braithwaite no entran en los planes del técnico, además de las bajas ya confirmadas de Alves y Luuk, junto a la más que posible de Adama, por quien no se ejecutará la opción de compra, y Dembélé, que el club ya hace semanas que trabaja sin su presencia.

Una larga lista de carpetas que tendrán que ir abriendo y cerrando entre Mateu Alemany y Jordi Cruyff en los próximos meses. Para ellos, el verano es todo lo contrario al relax. Es el momento de arremangarse y sudar, y no precisamente por el calor…

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