El Barça, a falta de un proyecto serio, con una situación económica delicada y con un equipo descompensado, sin un líder solvente y con muchos males enquistados, se agarra a Xavi, a la espera de un milagro que haga posible lo imposible.

Joan Laporta prometió ilusión cuando ganó las elecciones. Estaba convencido, o eso decía, de que tenía la receta para solucionar los males económicos del club y la fórmula para reactivar al equipo. También garantizó la continuidad de Leo Messi, igual que en 2003 dijo que tenía fichado a David Beckham, y entre mentiras y enredos está el Barça al borde del colapso. Con una torrija de campeonato.

El Laporta de 2021 tiene muy poco del Laporta de 2003. Tendrá la misma ilusión, pero no tiene los mismos compañeros de viaje ni la misma determinación. Antes tenía a Johan Cruyff y ahora está en manos de los avalistas, quienes un día le dicen que rompa con Messi y otro que se olvide de fichar a Pirlo, que no está la cosa para muchos inventos.

Superado el primer tercio de la Liga, el Barça está hecho unos zorros. A 10 puntos del Real Madrid, que tampoco anda boyante, pero al menos tiene un plan. En Madrid, otra cosa no, pero todos tienen claro que ahí manda Florentino Pérez y que el jefe no está para bromas ni tonterías. Y si no que se lo pregunten a Cristiano Ronaldo y a Sergio Ramos. Las normas las impone el presidente, no los futbolistas. Y ya se sabe quien gana todos los pulsos.

En Barcelona, Laporta hace de funambulista. Reivindica el legado y la herencia de Johan Cruyff y tiene un director de fútbol y un secretario técnico con una mirada más pragmática y menos dogmática. Ahora habla maravillas de Xavi y hace medio año lo despreció públicamente, deslizando que no estaba preparado para dirigir a un equipo como el Barça.

Las dudas nunca son buenas consejeras. Mucho menos en los malos tiempos. Xavi llega medio año tarde. El excapitán pudo haber diseñado su propio proyecto al acabar la pasada temporada y ahora recibirá uno muy viciado, con futbolistas como Coutinho que están de vueltas de todo y otros, como Umtiti, que no están para muchos trotes.

El Barça, al ratificar a Koeman con la boca pequeña, tiró un curso por la borda y maltrató al héroe de Wembley. Bartomeu cometió muchísimos errores, pero nunca menospreció a un entrenador como lo ha hecho el actual presidente, que ahora se encomienda a Xavi. Para subsanar un error de bulto, Laporta ha tenido que pagar una indemnización que se hubiera ahorrado hace medio año. Pero no pasa nada. También el club ha aumentado la masa salarial destinada a los ejecutivos. Con Laporta, ya se sabe, todo es posible. Pero, al loro, que no estamos tan mal.