Cuando se supo que Jaume Giró acompañaría a Joan Laporta en la candidatura hacia la presidencia del Barça, un buen amigo, que dice conocer bien a los dos, me dijo: “Esa relación durará poco. En un mes se pelearán”. El pasado sábado, cuando el departamento de comunicación de Estimem el Barça dio a conocer la noticia de que Giró no formaría parte de la directiva de Laporta alegando unas razones totalmente increíbles –“motivos profesionales que lo obligarán a pasar muchos días al mes en Londres”- llamé a mi amigo y le dije: “¿Qué ha pasado?”. “Me equivoqué. ¡Ni una semana han durado! Lo siento”, me contestó.

La verdadera razón por la que ha renunciado a formar parte de un proyecto en el que defendió su parte más peliaguda –la económica- solo la saben Giró y Laporta, pero desde luego que no son sus viajes a Londres. Existe otra versión del porqué se fue Giró antes de que Laporta tomara posesión y que habla del aval bancario que debe presentar la nueva directiva para posesionarse. Este relato es negado por fuentes de la candidatura de Estimem el Barça, que comentan tener solucionado dicho aval.

Alex Barbany y Jaume Giró explican la propuesta económica de Joan Laporta / ESTIMEM EL BARÇA

Alex Barbany y Jaume Giró explican la propuesta económica de Joan Laporta / ESTIMEM EL BARÇA

Alex Barbany y Jaume Giró explican la propuesta económica de Joan Laporta / ESTIMEM EL BARÇA

También existe una explicación más protocolaria, que dice que al ex directivo de La Caixa le sentó mal que el elegido presidente designara a su amigo Rafael Yuste como su mano derecha. Algo parecido, pero guardando las distancias, sucedió en el 2003. Entonces Laporta se apoyaba mucho en dos amigos: Albert Vicens y Alfons Godall. Con ambos había preparado la creación de la candidatura que surgió del Elefant Blau. Sobre el papel, Vicens sería vicepresidente primero en caso de ganar las elecciones, pero Laporta fichó en los últimos meses a Sandro Rosell, al que prometió ser el primer vicepresidente. La vicepresidencia en cuestión al final fue para Vicens, que entonces tenía 52 años, 12 más que Laporta y Rosell, que aceptó ocuparse de la segunda vicepresidencia.

En cualquier caso hay razones de peso para que Joan Laporta explique su versión a los socios que puedan sentirse engañados al votar a un hombre que le podía ofrecer mayor confianza como Jaume Giró y desconocer ahora las ideas económicas de quién será su sustituto.